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ALDEASECA DE LA FRONTERA: "HE SIDO CRIADO EN EL OLOR DE LA TIERRA, DEL TRIGO...

"HE SIDO CRIADO EN EL OLOR DE LA TIERRA, DEL TRIGO Y DEL VINO NUEVO"
(Henri Bosco, célebre literato francés)

“El arroyo de la Cruz Caída”, bonito nombre. Por cierto, Jesús, he buscado ese toponímico en Internet y, a diferencia de lo que sucede con el Río Guareña, en esto parece que somos únicos. Tengo la impresión de que se trata de un toponímico exclusivo de Aldeaseca, al menos si tenemos en cuenta que en “la gran enciclopedia de Internet” tan sólo hay una referencia al mismo, la que aparece en el Boletín Oficial que citas en tu mensaje. En cualquier caso, la tuya me parece una buena idea, así que también deberíamos hablar de la toponimia de nuestro pueblo. Y del nombre de las campanas, del que yo no tengo ni idea, o de otras de sus historias, que aún están en el tintero, como ese toque seco, insistente, repetitivo y angustioso de la campana grande, ejecutado a golpe de cuerda desde la sacristía. Todos temíamos esa advertencia inequívoca de amenaza, de peligro, de fuego en los campos o casas del pueblo.

Pero en realidad hoy me gustaría escribir sobre los olores de nuestra infancia, un tema sugerido por los mensajes de Paco y Lorisan sobre los bollos maimones, o por el que acaba de dejar Clara sobre vacas, cerdos, gallinas y conejos.

Viví día a día en Aldeaseca hasta los once años, así que, como dice Federico García Lorca, “toda mi infancia es pueblo”, idea que en mi caso (como en el de todos), incluye los olores propios de nuestros años niños, esos con los que no ha podido el vendaval del tiempo, que perviven almacenados en nuestra memoria, y que nos evocan recuerdos muy intensos, cargados de realismo.

Hoy querría traer a este foro algunos de esos olores, el olor de la tierra, del trigo y del vino nuevo, como dice el poeta. ¡Tantos olores…! Olor a matanza y mondongo; olor a la paja de centeno que chamuscaba al cerdo recién matado; olor a chichorra y vino nuevo; a bollo de chicharrón y a pan recién horneado; olor a lápiz, goma y papel, olor a escuela; olor a incienso y cera, a Iglesia; olor a leche recién ordeñada, a calostros, a nata; olor a tierra mojada tras las tormentas del verano… Pero se hace ya largo el mensaje, así que prometo seguir con este tema en otro momento…

Saludos cordiales desde Zaragoza, JEP