En tiempos de Carnestolendas, cuando Don Carnal, en lucha con Doña Cuaresma, se hace presente en la calles, corifeo de sus alegres, bullangueros y adoctrinados prosélitos y seguidores en litúrgicas celebraciones y manifestaciones, dispuesto como visitante curioso y fisgón al entretenimiento y disfrute en compañía de mi esposa e hijos de tales actos profanos y libertinos, transgresores y críticos con la moral y costumbres al uso, no exentos de ironía, agudeza e ingenio, mordaces y cáusticos, me sucedió en la Plaza Mayor de Valladolid que un grupo de cuatro o cinco personas, con los atuendos característicos de la fiesta, cubiertos con ropajes a la moda de épocas pasadas, y con el rostro oculto tras una máscara, nos abordó, con un saludo protocolario y aparentemente tranquilizador, ofreciéndonos y transmitiéndonos una tácita y silenciosa confianza, para, a continuación, formular una serie de preguntas indagadoras y averiguadoras que llevaban implícitas y comprendidas las respuestas de mis situación laboral, social y familiar. Aunque mi subconsciente me inyectaba una prudente y cauta confianza, mi consciencia era recelosa y desconfiada, hasta que la irreconocible persona, en un acto de excesiva y delicada familiaridad, acarició suavemente mi barba, dando seguidamente un beso a mi mujer y a mis hijos dentro de las posibilidades que limitaban su máscara. Preguntado quién era, me contestó: “ Alguien que os quiere mucho”. Y sin más, tomaron otro rumbo y alejándose, siguieron su fiesta, dejándonos sumidos en la más profunda inquietud, barajando, descartando, aceptando y rechazando posibilidades de solución y acierto a tan misterioso, sugerente, insinuante y enigmático personaje. Pasados unos días, una llamada del disfrazado personaje, develó lo velado, siendo una muy querida amiga, hija de un entrañable y recordado amigo, ya fallecido. ¡Pues bien! Imaginemos que de forma eventual y esporádica, tuviéramos estos encuentros con personas en la calle en demanda de auxilio o información, o que llamaran en nuestra puerta en solicitud de alguna atención o favor, ataviados de tal guisa, ocultos tras una máscara o careta. ¿Cuál sería nuestra reacción y comportamiento? Como me imagino, todos estamos formados en el respeto, cortesía, urbanidad y buenos modales al semejante, así como en la mesura, temple y moderación del ánimo y de la expresión, los evitaríamos y eludiríamos. Si su tozudez, pertinacia y obstinación se mantuvieran y ello sobrepasase los límites de la paciencia, podríamos enviarles a lugares escatológicos y nauseabundos. ¿No es ello acaso, similar a los que a través de escritos enmascaran y ocultan tras el socorrido pseudónimo, su inmarcesible, pura, inviolable, POPULAR y acreditada personalidad? ¿No será que la cuidadosa y celosamente reservada entidad, sea únicamente para conocimiento, goce y disfrute exclusivos y propiedad de algunos elegidos y predestinados a la gloria de tal honor y excelencia, creando así un halo y aureola de veneración, engrandecimiento por lo misterioso y culto a la perfección divina de tan graciosas, augustas y ocultas personalidades? El gran Tiberio César Augusto, emperador de Roma, cuando se iba de Roma a Ostia, digamos que de” vacaciones “, decía y se despedía de sus ciudadanos con la frase altiva, arrogante, altanera y llena de soberbia y afectada influencia y superioridad: “ VOY A AUSENTARME PARA HCERME AMAR” que a tenor de lo dicho podríamos traducir: “Voy a ocultarme para intrigar y hacerme importante”. Son situaciones, que particularmente, me causan molestia, incomodidad y fastidio, por la falta de cortesía, urbanidad y consideración hacia quien lo lee, por muy elocuentes, dialécticos, bellos y retóricos que sean sus razonamientos y expresiones. Claro que dos opciones tengo: AJO y AGUA. El enmascaramiento y ocultación del nombre, se puede hacer a través de acrónimos, hipocorísticos, apodos, motes, que casi todos ellos podríamos agruparlos de forma libre en pseudónimos, cuya etimología y semántica del griego ”pseudés” (falso) o pseûdos (falsedad) y önoma (nombre), lo que ad pédem lítterae, sería “ nombre falso”, con el deseo y la esperanza que ello no tenga connotaciones definidoras y diferenciadoras de la propia individualidad. Andrés Martín, tú conoces al que dice llamarse “NIÑOPERRO”, porque te saludó, según sus propias manifestaciones, días pasados en el pueblo ¿Puedes decirnos quién es, si a bien tienes? ¡Tanto cuesta identificarse o tan importante es no hacerlo!. Saludos y ¡Felices Fiestas a todos, deseando buen tiempo!
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Desde Aldeaseca de la Frontera (Con tiempo gris, muy ventoso y amenazante, a ratos, de lluvia)
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Desde Aldeaseca de la Frontera (Con tiempo gris, muy ventoso y amenazante, a ratos, de lluvia)