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ALDEASECA DE LA FRONTERA: Pregón de las Fiestas Patronales de Nuestra Señora...

Pregón de las Fiestas Patronales de Nuestra Señora de la Asunción
Aldeaseca de la Frontera / 14 de agosto de 2014
José Emilio Palomero Pescador

Queridos paisanos y paisanas:

Buenas tardes, bienvenidos a este acto.

Es un honor para mi dirigirme al pueblo de Aldeaseca de la Frontera, mi pueblo, con motivo de las fiestas patronales de la Nuestra Señora de la Asunción de 2014.

Me consta que quienes me han precedido en este oficio de pregonero ya han glosado ampliamente las diferentes facetas y dimensiones de nuestro pueblo: su historia, costumbres, oficios, deportes, migraciones, industria, ganadería, agricultura, sistemas de explotación y cultivo, personajes…

Por ello, cuando hace unos días la Corporación Municipal, el Ayuntamiento, me encargó que os dirigiera estas palabras, me vi en la necesidad de recurrir a musas y duendes, por ver si me inspiraban en la nada fácil tarea de encontrar algún tema que, además de nuevo, nos concerniese a todas las personas aquí presentes.

Y después me dejé sentir y pensar, dando rienda suelta a cabeza y corazón, a razón y sentimientos, con la pretensión de que fuesen emergiendo una vez más la infinidad de recuerdos, escenarios, anécdotas, situaciones y personajes de los que se ha nutrido mi vida en Aldeaseca, el pueblo en el que nací una lejana tarde del otoño de 1947, y de cuyo censo oficial formé parte durante todo un cuarto de siglo.

Y es por todo ello, que a lo largo de estos últimos días he vuelto a recordar (o mejor dicho, “he vuelto a pasar por el corazón”, puesto que eso es lo que significa desde una perspectiva etimológica el verbo recordar) a centenares de niños y niñas, jóvenes y adultos, hombres y mujeres de ayer y de hoy, de hace muchos años y de tiempos más recientes, gentes con nombre propio, con historia, con vidas que forman parte de la mía propia.

Estoy hablando, aunque sin citar a nadie en concreto, de nuestros padres, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, de nuestras parejas, de nuestras hijas e hijos, de nuestros hermanos y hermanas, de nuestros suegros, nueras y yernos, de nuestros cuñados y cuñadas, de nuestras tías y tíos, de nuestros sobrinos y sobrinas, de nuestros primos y primas, de nuestros familiares más lejanos, de nuestros vecinos y amigos del pueblo…, y también de todas aquellas personas que nos precedieron en la noche del tiempo y cuyo rastro llevamos inscrito en nuestro código genético.

En síntesis, estoy hablando de todas las gentes de nuestro pueblo, de todas las personas que viven o han vivido en él a lo largo de su historia, y de todas aquellas otras que sin ser originarias de aquí han ido pasando a formar parte de Aldeaseca desde tiempos inmemoriales, gracias a vínculos afectivos y a lazos familiares.

Según el Instituto Nacional de Estadística, frente a los 294 habitantes (151 hombres y 143 mujeres) censados en Aldeaseca de la Frontera en el año 2013, en 1910 tenía un total de 868, casi el triple.

Desde este punto de vista, Aldeaseca es un pueblo venido a menos, que ha perdido a lo largo del último siglo dos tercios de sus habitantes. Yo soy uno de ellos, uno más entre muchos.

Pero no es ésta la única forma de ver las cosas. Si nos fijamos en la diáspora, en la actual dispersión de nuestro pueblo por diferentes lugares del mundo, la perspectiva cambia radicalmente.

Quienes nos fuimos de Aldeaseca de la Frontera, nos hemos llevado con nosotros unas señas de identidad a las que no hemos renunciado nunca, convirtiéndonos así en sus mejores embajadores. Y en ninguna otra época de su historia tuvo tantos. A título de ejemplo, me consta que en Estados Unidos, en Miami, en Radio Mambí, una de las emisoras hispanas con mayor audiencia, estuvo presente nuestro pueblo de forma diaria a lo largo de muchos años. Desde ella salieron al aire numerosas anécdotas típicas de la Aldeaseca de los años treinta, cuarenta y cincuenta del siglo XX.