REFLEXIONES AL ESCRITO DE JESÚS
Quiero, antes de iniciar este escrito, dar la bienvenida a “YO NO ME LLAMO GARDEL”, (Adrián), deseando que su participación sea continuada y nos ilustre con sus sabios conocimientos, de lo que estaremos muy agradecidos.
Jesús, es comprensible tu encendido y vehemente mensaje, no por ello carente de razón, basado en un pragmatismo y realismo social y moral patentes y manifiestos, e inducido y provocado por unas abusivas e impuestas prácticas para la consecución y obtención de una ineludible necesidad vital y existencial como la que tú expones, y de la que muchísimas personas están, así mismo, sufriendo sus consecuencias. Tus exacerbadas manifestaciones son de curso común y cotidiano en cualquier debate y tema de conversación que a tal efecto surjan, repitiéndose, constantemente, como un eco acusador y delator, cuyas quejas y denuncias se pierden en la nada y en el vacío ante la indiferencia y abandono de falsos protectores y defensores, que como redentores de maltratados y pretendidos derechos, cautivan, enajenan y dominan con sofisticadas y engañosas promesas, voluntades en forma de urna.
Pero hay algunas reflexiones y puntualizaciones que quiero hacer a tu exposición, siempre desde mi criterio y discernimiento y por supuesto respeto. Y ello es: Desde el principio de los tiempos hasta hoy, ha existido y existirá la eterna lucha entre dos principios opuestos y maniqueos: El bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, hombre rico y hombre pobre, dualidad esta última a la que tu infieres unas consecuencias que podrían contribuir a que se cayera en una demagogia que no aportaría pruebas y argumentos para esclarecer comportamientos de una realidad patente. Comparto contigo, aunque en principio parezca un contrasentido por mi parte, la descripción que haces de las diferencias que existen entre las formas epicúreas, sibaritas y hedonista de unos y la austeridad, sobriedad de otros en los disfrutes de los placeres y los medios de aquellos para su obtención y que ello me llevaría a otro realismo. ¿Dime, si verdaderamente ha existido en algún momento de la historia la posibilidad de eliminar esas diferencias, a pesar de los frustrados intentos de grandes personajes, sobre todo de Uno hace ±2000 años?
A esos mismos, a los que hoy denostamos y justamente criticamos por sus abusivos y desmesurados impuestos, cargas y gravámenes a la concesión de un préstamo para obtener unas vitales y existenciales necesidades, como la que tú expones, a esos mismos que nos succionan y extraen el jugo de nuestras débiles y enjutas economías, a esos mismos a quienes mantenemos su regalada, placentera y muelle vida abierta a todos los placeres sensuales, cuando la precariedad de nuestra economía sea manifiesta y ante la carencia de cosas o medios que sean menester para nuestra subsistencia y estabilidad vital y no poseamos los recursos materiales y económicos para lograrlo, salvo que nuestra hacienda y capital sean favorecidos por la diosa Fortuna, a esos mismos acudiremos y llamaremos en demanda de socorro y de auxilio económico para engordar sus pingües cuentas y sus estómagos y andorgas de suculentas langostas y exquisito caviar, a la par que navegan en magníficos y suntuosos yates, mientras exponen sus graciosas y majestuosas panzas a la caricia de la suave brisa marítima. Y los “curritos” no se pondrán en pie de guerra, como no se han puesto jamás, porque pasarán generaciones, pasarán los tiempos y continuaremos con el mismo discurso maniqueo. Yo actualmente, no veo ningún conato o atisbo de rebelión ciudadana para paliar o evitar flagrantes y constantes abusos, ni de quien por su representativo poder social está en su deber y obligación. Somos esclavos de nuestras propias necesidades, existenciales unas y caprichosas otras y éstas, al poderoso dictamen de un implacable, imparable y aceptado consumismo y si queremos disponer de una vivienda donde dignamente vivir y disfrutar felizmente con los nuestros, tendremos que pasar por las Horcas Caudinas, como hicieron los samnitas a los romanos allá por el siglo IV, y en el siglo XXI y venideros, aceptaremos condiciones leoninas si no queremos vivir a caridades paternas o debajo del puente. No es una situación o estado de sumisión y paciente resignación ante las adversidades. Es una realidad, mal que pese. Esto no es una defensa ni una apología de un selecto y poderoso sistema al cual no pertenezco y al que no he sido llamado, sino más bien una visión, por mi parte, de una existente realidad. Han conseguido que nuestra situación económica dependa total y absolutamente de entidades bancarias, obligándonos e imponiéndonos, desde ingresar nuestra nómina, a domiciliar nuestro más humilde recibo en sus arcas, pasando por su ojo inquisidor, indagador y fiscalizador cualquier doméstica actividad comercial y financiera por simple y sencilla que sea. No entro en valoraciones si esta situación es buena o mala, puesto que cada cual tendrá su propio criterio y estimación al respecto. No voy a obviar ni rehuir, evitando comportamientos hipócritas, que en algunas situaciones y momentos en la vida, al menos en la mía, que he llamando a la puerta de tan anatematizado y reprobado poderoso sistema, para si alguien en su interior me oye y me invita a entrar y ser uno de sus miembros de su club, pero nadie oye mi llamada, situación negativa que no me agobia ni me causa trastornos psicológicos, ya que todo ello es superado por sentimientos, afectos y disfrutes que eclipsan tal deseo
No sé de qué época eres, pero ese grupo “Kañero” al que te refieres, posiblemente, como otros muchísimos pancistas y arribistas salvadores, muy abundantes y de todos conocidos por su eterno encadenamiento a la pesebrera, y que para mí, por supuesto, no son ejemplo y paradigma de enseñanzas, se habrán hecho millonarios cantando las miserias sociales para engorde de sus bienes y riquezas, inhibiéndose conscientemente del problema que denuncian, ya que desde una opípara y repleta mesa de exquisitos manjares ¡qué fácil y cómodo es para estos predicadores hablar y transmitir enseñanzas y doctrinas sobre lejanas hambrunas y otras necesidades! ¡Qué bellos y hermosos son los vocablos Justicia, Libertad, Igualdad, Democracia, etc. como definición de unos conceptos que determinan unos principios, unas facultades, unas prerrogativas o unas condiciones a las personas, pero que en boca de muchísimos iluminados transgreden el lenguaje, al mismo tiempo y como consecuencia, la realidad, y con su constante manoseo los despojan de su fuerza, vigor y naturaleza absolutos para aparecer como relativos, y por ello aplicables a nuestra comodidad, conveniencia y necesidad, y que para un servidor van perdiendo credibilidad, confianza y firmeza. Y hasta llego al convencimiento, que he perdido, sin llegar al nihilismo, la fe en todo ello. Hay un libro que, posiblemente, hayáis leído titulado “1984” del otra vez recomendado autor George Orwell, que hace mención a asuntos tratados aquí.
Por cierto, Jesús, quiero hacer un acto de sinceridad y decirte abiertamente que, no creo que tu situación sea tan dramática como nos has expuesto y que más bien, ello es producto de un acalorado y pasajero enfado para dar mayor énfasis y fuerza expresiva a tu descripción de los hechos. No obstante, te deseo, sinceramente, salud y trabajo para llegar a finalizar felizmente tu compromiso financiero. Saludos y hasta otros asuntos.
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid
Quiero, antes de iniciar este escrito, dar la bienvenida a “YO NO ME LLAMO GARDEL”, (Adrián), deseando que su participación sea continuada y nos ilustre con sus sabios conocimientos, de lo que estaremos muy agradecidos.
Jesús, es comprensible tu encendido y vehemente mensaje, no por ello carente de razón, basado en un pragmatismo y realismo social y moral patentes y manifiestos, e inducido y provocado por unas abusivas e impuestas prácticas para la consecución y obtención de una ineludible necesidad vital y existencial como la que tú expones, y de la que muchísimas personas están, así mismo, sufriendo sus consecuencias. Tus exacerbadas manifestaciones son de curso común y cotidiano en cualquier debate y tema de conversación que a tal efecto surjan, repitiéndose, constantemente, como un eco acusador y delator, cuyas quejas y denuncias se pierden en la nada y en el vacío ante la indiferencia y abandono de falsos protectores y defensores, que como redentores de maltratados y pretendidos derechos, cautivan, enajenan y dominan con sofisticadas y engañosas promesas, voluntades en forma de urna.
Pero hay algunas reflexiones y puntualizaciones que quiero hacer a tu exposición, siempre desde mi criterio y discernimiento y por supuesto respeto. Y ello es: Desde el principio de los tiempos hasta hoy, ha existido y existirá la eterna lucha entre dos principios opuestos y maniqueos: El bien y el mal, lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, hombre rico y hombre pobre, dualidad esta última a la que tu infieres unas consecuencias que podrían contribuir a que se cayera en una demagogia que no aportaría pruebas y argumentos para esclarecer comportamientos de una realidad patente. Comparto contigo, aunque en principio parezca un contrasentido por mi parte, la descripción que haces de las diferencias que existen entre las formas epicúreas, sibaritas y hedonista de unos y la austeridad, sobriedad de otros en los disfrutes de los placeres y los medios de aquellos para su obtención y que ello me llevaría a otro realismo. ¿Dime, si verdaderamente ha existido en algún momento de la historia la posibilidad de eliminar esas diferencias, a pesar de los frustrados intentos de grandes personajes, sobre todo de Uno hace ±2000 años?
A esos mismos, a los que hoy denostamos y justamente criticamos por sus abusivos y desmesurados impuestos, cargas y gravámenes a la concesión de un préstamo para obtener unas vitales y existenciales necesidades, como la que tú expones, a esos mismos que nos succionan y extraen el jugo de nuestras débiles y enjutas economías, a esos mismos a quienes mantenemos su regalada, placentera y muelle vida abierta a todos los placeres sensuales, cuando la precariedad de nuestra economía sea manifiesta y ante la carencia de cosas o medios que sean menester para nuestra subsistencia y estabilidad vital y no poseamos los recursos materiales y económicos para lograrlo, salvo que nuestra hacienda y capital sean favorecidos por la diosa Fortuna, a esos mismos acudiremos y llamaremos en demanda de socorro y de auxilio económico para engordar sus pingües cuentas y sus estómagos y andorgas de suculentas langostas y exquisito caviar, a la par que navegan en magníficos y suntuosos yates, mientras exponen sus graciosas y majestuosas panzas a la caricia de la suave brisa marítima. Y los “curritos” no se pondrán en pie de guerra, como no se han puesto jamás, porque pasarán generaciones, pasarán los tiempos y continuaremos con el mismo discurso maniqueo. Yo actualmente, no veo ningún conato o atisbo de rebelión ciudadana para paliar o evitar flagrantes y constantes abusos, ni de quien por su representativo poder social está en su deber y obligación. Somos esclavos de nuestras propias necesidades, existenciales unas y caprichosas otras y éstas, al poderoso dictamen de un implacable, imparable y aceptado consumismo y si queremos disponer de una vivienda donde dignamente vivir y disfrutar felizmente con los nuestros, tendremos que pasar por las Horcas Caudinas, como hicieron los samnitas a los romanos allá por el siglo IV, y en el siglo XXI y venideros, aceptaremos condiciones leoninas si no queremos vivir a caridades paternas o debajo del puente. No es una situación o estado de sumisión y paciente resignación ante las adversidades. Es una realidad, mal que pese. Esto no es una defensa ni una apología de un selecto y poderoso sistema al cual no pertenezco y al que no he sido llamado, sino más bien una visión, por mi parte, de una existente realidad. Han conseguido que nuestra situación económica dependa total y absolutamente de entidades bancarias, obligándonos e imponiéndonos, desde ingresar nuestra nómina, a domiciliar nuestro más humilde recibo en sus arcas, pasando por su ojo inquisidor, indagador y fiscalizador cualquier doméstica actividad comercial y financiera por simple y sencilla que sea. No entro en valoraciones si esta situación es buena o mala, puesto que cada cual tendrá su propio criterio y estimación al respecto. No voy a obviar ni rehuir, evitando comportamientos hipócritas, que en algunas situaciones y momentos en la vida, al menos en la mía, que he llamando a la puerta de tan anatematizado y reprobado poderoso sistema, para si alguien en su interior me oye y me invita a entrar y ser uno de sus miembros de su club, pero nadie oye mi llamada, situación negativa que no me agobia ni me causa trastornos psicológicos, ya que todo ello es superado por sentimientos, afectos y disfrutes que eclipsan tal deseo
No sé de qué época eres, pero ese grupo “Kañero” al que te refieres, posiblemente, como otros muchísimos pancistas y arribistas salvadores, muy abundantes y de todos conocidos por su eterno encadenamiento a la pesebrera, y que para mí, por supuesto, no son ejemplo y paradigma de enseñanzas, se habrán hecho millonarios cantando las miserias sociales para engorde de sus bienes y riquezas, inhibiéndose conscientemente del problema que denuncian, ya que desde una opípara y repleta mesa de exquisitos manjares ¡qué fácil y cómodo es para estos predicadores hablar y transmitir enseñanzas y doctrinas sobre lejanas hambrunas y otras necesidades! ¡Qué bellos y hermosos son los vocablos Justicia, Libertad, Igualdad, Democracia, etc. como definición de unos conceptos que determinan unos principios, unas facultades, unas prerrogativas o unas condiciones a las personas, pero que en boca de muchísimos iluminados transgreden el lenguaje, al mismo tiempo y como consecuencia, la realidad, y con su constante manoseo los despojan de su fuerza, vigor y naturaleza absolutos para aparecer como relativos, y por ello aplicables a nuestra comodidad, conveniencia y necesidad, y que para un servidor van perdiendo credibilidad, confianza y firmeza. Y hasta llego al convencimiento, que he perdido, sin llegar al nihilismo, la fe en todo ello. Hay un libro que, posiblemente, hayáis leído titulado “1984” del otra vez recomendado autor George Orwell, que hace mención a asuntos tratados aquí.
Por cierto, Jesús, quiero hacer un acto de sinceridad y decirte abiertamente que, no creo que tu situación sea tan dramática como nos has expuesto y que más bien, ello es producto de un acalorado y pasajero enfado para dar mayor énfasis y fuerza expresiva a tu descripción de los hechos. No obstante, te deseo, sinceramente, salud y trabajo para llegar a finalizar felizmente tu compromiso financiero. Saludos y hasta otros asuntos.
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.- Valladolid