ALDEASECA DE LA FRONTERA: JUEGOS DE MI INFANCIA...

JUEGOS DE MI INFANCIA

Deseo colaborar, dentro de mis posibilidades memorísticas, con el relato de algunos juegos practicados en mi infancia. Es difícil y complicado, después de tantos años transcurridos, buscar en los recovecos del recuerdo y componer y construir con fidelidad, aquellos pasajes de la vida que sean más próximos a la realidad, reflejarlos y contarlos para que no pierdan su esencia y naturaleza. Pero a medida que, con tesón, empeño y constancia, voy hurgando en los laberínticos y profundos escondrijos, se van haciendo presentes, fluyendo lentamente y conformándose con cierta nitidez. Se van identificando y haciéndose más cercanos en el recuerdo. He estrujado mi memoria con la valiosa colaboración y cooperación, en saludables tertulias familiares matanceras, de Eusebio y Andrés, mis cuñados, en este puente al que voluntaria y caprichosamente he añadido días para un fructífero y deleitoso disfrute, y he extraído un substancioso zumo con sabor a “juegos de mi infancia” que es el siguiente:

LA CADENETA:- Consistía el juego en reunirse un número de participantes lo suficientemente alto,- digamos que a partir de 10-, para que el juego tuviera interés, emoción y duración. Dentro del grupo se elegía, democrática y aceptadamente por sorteo, a un componente que era quien se tenía que “quedar”. A la voz de “ A LA CADENETA” lanzada por el que se “quedaba”, se iniciaba el juego con el fin de que éste pillara a uno del grupo que, desordenada e individualmente corría para librarse de las garras del perseguidor. Todos mutuamente conocían las habilidades, torpezas, velocidad y lentitud de cada componente, y siguiendo un mandato táctico y natural, el perseguidor procuraba capturar al más débil en aptitudes físicas y artificiosas. Una vez atrapado, ambos agarrados de la mano, tenían que conseguir la captura, con las mismas dificultades, de un nuevo participante de los que, corriendo, eludían el intento con tretas y artimañas, y que una vez logrado, se sumaba a los otros dos como eslabón cogidos de la mano para formar la cadena. Y así una y otra vez, hasta que todos eran pillados y se formaba la “CADENETA”, asidos todos de la mano. Se procuraba dejar para el final, a los más capaces y dispuestos para el ejercicio, con el pensamiento que a mayor número formando “LA CADENETA”, se le reducía el espacio de movimientos y más fácil resultaría su captura. El recinto para el desarrollo de este juego, normalmente, era el delimitado por el antiguo frontón.

A LAS CINCO:- Para el desarrollo del juego, se requería una pelota de frontón, de aquellas duras y forradas, y un grupo de componentes,- 6, 8, 10...-, que dispuestos y ubicados de forma aleatoria en línea horizontal al frontón, ocupando un espacio comprendido entre el frontis y la línea del “UNO”. Cada uno era propietario de una parcela o espacio de juego dividida por una línea imaginaria. Con una saque de la pelota, se iniciaba el juego que debía de devolver el propietario del espacio a quien iba dirigida la pelota, y si no era devuelta, se contabilizaba como tanto perdido. Esto, en caso de duda, provocaba algún que otro altercado o trifulca al asignar al perdedor del tanto, dada la dificultad que entrañaba la división espacial del terreno imaginariamente.—“ ¡No es mía, es tuya! Pues ¡no, que ha botado en tu sitio! ¡Te digo que no, que es tuya! “ -- Hasta que, para evitar mayores incidentes, más allá del sano y noble juego, intervenía un ” juez de paz”, con la anuencia y consenso de la mayoría, que determinaba la pertenencia del tanto perdido. El juego continuaba. Se empleaba toda la sabiduría e ingenio para que de forma astuta, hábil y artera, engañar o evitar el engaño, para ganar o perder el tanto. Aquel jugador que acumulaba cinco tantos perdidos, era eliminado y tenía que abandonar la fila. Y así hasta que quedaba un solo jugador, que era, por tanto, el ganador, y a quien se le concedía el honor, como premio, de elegir y ocupar el trinquete para el próximo partido, ya era el lugar más distinguido y que realzaba y engrandecía al triunfador. Se denominaba juego de “LAS CINCO”, pero pudiera también ser “UNA; DOS, TRES O CUATRO, circunstancia que se determinaba de forma consensuada antes del inicio del juego.

Posiblemente algún estimado coetáneo, al leer la descripción de estos juegos, tenga alguna modificación que hacer o añadir, toda vez que ello ha sido producto, como arriba he dicho, del esfuerzo de la memoria de hechos y circunstancia ya muy lejanos, y posiblemente algún matiz se me haya escapado. No obstante, continuaré con ello, en lo posible. Se admiten, lógicamente y con mucho gusto, modificaciones, correcciones y añadidos. ¡No faltaría más! Saludos.
¡PAZ Y BIEN!
Paco García Sánchez.-