Soy Remigio el segundo hijo de ADARES, y creo honestamente que mi padre se hizo acreedor y merecedor de una
estatua en
Salamanca, pues su
campo de batalla fue la poesia, toda su vida se forjó a golpe de versos, alimentando su espíritu a través de su obra que gravitó sobre esta bella ciudad, espandiendo con su ingenio por todo el mundo (cientos de extranjeros le compraban sus libros y gustaban de fotografiarse junto a él) la singular belleza de su tierra, gratitud a todos los que promueven y exhortan
... (ver texto completo)