VESTIGIOS DEL AYER
LAS SENDAS OLVIDADAS. (II)- Mañana apacible. Frente a mí la silueta del silo y la estación de ferrocarril hacia las que dirijo mis pasos. Antes, el cobijo de la sombre de los pinos casi centenarios de lo que fue la casa del señor Resti animan al paseo. A mi derecha, los restos de la fábrica de harinas invita a recordar que hubo tiempos mejores. A mi izquierda los huertos de la ribera donde algunos de los vecinos, inclinados, con azada en la mano, parecen escribir con sabia experiencia ... (ver texto completo)
LAS SENDAS OLVIDADAS. (II)- Mañana apacible. Frente a mí la silueta del silo y la estación de ferrocarril hacia las que dirijo mis pasos. Antes, el cobijo de la sombre de los pinos casi centenarios de lo que fue la casa del señor Resti animan al paseo. A mi derecha, los restos de la fábrica de harinas invita a recordar que hubo tiempos mejores. A mi izquierda los huertos de la ribera donde algunos de los vecinos, inclinados, con azada en la mano, parecen escribir con sabia experiencia ... (ver texto completo)