Bueno, posiblemente todos sabeis que antes que existiera el frontón de pelota (construído en 1.900) se jugaba en el frente del campanario de la iglesia, pues lo que había frente al mismo eran unos prados vecinales que se utilizaban como eras, estaba todo abierto a las tierras, pues tanto las escuelas como el cortino conocido como del Sr. Domingo utilizado para tejar se construyó posteriormente a estas fechas.
Bueno, hasta aquí nada de particular, si no fuera por un par de cartas escritas por el Sr. Cura al Ayuntamiento del pueblo en el que se queja, de dos cosas. Una de las palabras (leasé) blasfemias que profieren los jóvenes durante el juego cerca de un lugar sagrado como era practicamente la puerta de la iglesia y otra, no menos importante, el deterioro del tejado que ocasionan en el mismo (se conoce que entonces no había tan buenos pelotaris como los hubo después) con rotura de tejas y formación de goteras.
Ante esta misiva, tanto el ayuntamiento como la corporación de buenas costumbres tienen (a mi entender) gran acierto en la contestación.
Vayamos con el Ayuntamiento, este muy acertadamente se disculpa de la actitud de los jóvenes y ante el deteroro ocasionado por los mismos, está dispuesto a aportar de sus arcas 25 pesetas al año para reparación de goteras y si el caso lo precisase aumentaría este presupuesto hasta cubrir gasto de reparación y como de momento no es posible contar con presupuesto para edificar un nuevo frontón, lo que si se avolunta es a la edificación del mismo en el menor tiempo posible y propone que se vaya designando una partida anual para destinarla a tal evento.
Respecto al mal uso de la palabra por parte de la juventud, la exculpa, pidiendo sea comprensible que peor remedio sería el retirarle ese único ocio que existe en el pueblo y pasasen todo el día festivo en las tabernas, ya que tenían por costumbre que en cuanto entraban sus padres o parientes en una de ellas, se marchaban a otras y ya sabe que en las mismas se profieren todo tipo de palabras tanto en buen como en mal uso, por lo que se consideraba que era mejor que los jóvenes se entretuviesen en el juego de pelota que lo consideraban mas sano y que allí aprenderían menos vicio que en las tabernas. (Por cierto nos dice que entonces había seis)
A dicha carta tambien contesta la Corporación de buenas costumbres y se compromete a que alguna de las personas mayores que pertenecen a la misma se persones durante el juego (los festivos, ya que se supone que el resto de los días se está trabajando) y vele por que los jòvnes no se propasen tanto en hechos como en palabras.
Todo esto ocurría alla por los años 1.887-97)
Por cierto, a los diez años casi todos comenzaban a trabajar en faenas del campo y ayudando con el ganado.
Cosas del pueblo. Un saludo. Rober.
Bueno, hasta aquí nada de particular, si no fuera por un par de cartas escritas por el Sr. Cura al Ayuntamiento del pueblo en el que se queja, de dos cosas. Una de las palabras (leasé) blasfemias que profieren los jóvenes durante el juego cerca de un lugar sagrado como era practicamente la puerta de la iglesia y otra, no menos importante, el deterioro del tejado que ocasionan en el mismo (se conoce que entonces no había tan buenos pelotaris como los hubo después) con rotura de tejas y formación de goteras.
Ante esta misiva, tanto el ayuntamiento como la corporación de buenas costumbres tienen (a mi entender) gran acierto en la contestación.
Vayamos con el Ayuntamiento, este muy acertadamente se disculpa de la actitud de los jóvenes y ante el deteroro ocasionado por los mismos, está dispuesto a aportar de sus arcas 25 pesetas al año para reparación de goteras y si el caso lo precisase aumentaría este presupuesto hasta cubrir gasto de reparación y como de momento no es posible contar con presupuesto para edificar un nuevo frontón, lo que si se avolunta es a la edificación del mismo en el menor tiempo posible y propone que se vaya designando una partida anual para destinarla a tal evento.
Respecto al mal uso de la palabra por parte de la juventud, la exculpa, pidiendo sea comprensible que peor remedio sería el retirarle ese único ocio que existe en el pueblo y pasasen todo el día festivo en las tabernas, ya que tenían por costumbre que en cuanto entraban sus padres o parientes en una de ellas, se marchaban a otras y ya sabe que en las mismas se profieren todo tipo de palabras tanto en buen como en mal uso, por lo que se consideraba que era mejor que los jóvenes se entretuviesen en el juego de pelota que lo consideraban mas sano y que allí aprenderían menos vicio que en las tabernas. (Por cierto nos dice que entonces había seis)
A dicha carta tambien contesta la Corporación de buenas costumbres y se compromete a que alguna de las personas mayores que pertenecen a la misma se persones durante el juego (los festivos, ya que se supone que el resto de los días se está trabajando) y vele por que los jòvnes no se propasen tanto en hechos como en palabras.
Todo esto ocurría alla por los años 1.887-97)
Por cierto, a los diez años casi todos comenzaban a trabajar en faenas del campo y ayudando con el ganado.
Cosas del pueblo. Un saludo. Rober.