En este Siglo, E. García Zarza nos muestra (tras recopilar de diversos autores un panorama lamentable, desolador de nuestra provincia).
Si el S. XVII fué el inicio de una caída en picado, el S. XVIII parecía el remate final que como guinda final llegó en el inicio del S. XIX con la FRANCESADA, el paso de las tropas napoleónicas acabaron con las pocas reservas que aún quedaban en la provincia, a pesar de los hechos heroicos que se desarrollaron en ella.
Salamanca nunca volvió a coger el tren de la historia.
-Segunda mitad del S. XVIII- La situación económica tanto de la ciudad como de los pueblos es desastrosa. A. Ponz en su visita a estas tierras, se siente impresionado ante la decadencia en que se halla la agricultura provincial y el lamentable espectáculo que ofrece el campo y las gentes que viven en él. “La riqueza y la industria desaparecieron de Salamanca, desapareció igualmente la población de la ciudad y de los pueblos, que no solamente han disminuido si no que ya no existen muchos de ellos…. Los que ejercitan la agricultura son humildes en extremo, así en sus trajes como en lo demás; o por mejor decir los tienen humillados los que necia e inconsideradamente desprecia a esta parte, la más importante y apreciable, posponiéndola a otras con cuya falta nada se perdería”
Saludos. Rober.
Si el S. XVII fué el inicio de una caída en picado, el S. XVIII parecía el remate final que como guinda final llegó en el inicio del S. XIX con la FRANCESADA, el paso de las tropas napoleónicas acabaron con las pocas reservas que aún quedaban en la provincia, a pesar de los hechos heroicos que se desarrollaron en ella.
Salamanca nunca volvió a coger el tren de la historia.
-Segunda mitad del S. XVIII- La situación económica tanto de la ciudad como de los pueblos es desastrosa. A. Ponz en su visita a estas tierras, se siente impresionado ante la decadencia en que se halla la agricultura provincial y el lamentable espectáculo que ofrece el campo y las gentes que viven en él. “La riqueza y la industria desaparecieron de Salamanca, desapareció igualmente la población de la ciudad y de los pueblos, que no solamente han disminuido si no que ya no existen muchos de ellos…. Los que ejercitan la agricultura son humildes en extremo, así en sus trajes como en lo demás; o por mejor decir los tienen humillados los que necia e inconsideradamente desprecia a esta parte, la más importante y apreciable, posponiéndola a otras con cuya falta nada se perdería”
Saludos. Rober.