Posiblemente el tema de nuestro pueblo esté monopolizado por lo que es historia pero al no haber otras personas que propongan otras alternativas, seguiremos con ello.
el 29 del pasado mes hemos tenido en España una Huelga General. Hoy día, con las comodidades que tenemos tanto en nuestras casas como en el medio donde nos desenvolvemos nos puede parecer extraño el llegar a estos extremos, no son aquellos tiempos de lucha desesperada de una clase frente a las necesidades más inmediatas como era mantener con vida a los hijos (que no era poco) y que no careciesen de salud.
Ya en la antigüedad, se nos habla que allá por el año 1.490 a. C., (ya ha llovido desde entonces) unos obreros judios se rebelaron contra el edicto que les obligaba a fabricar ladrillos de barro sin relleno de paja. Aristófanes, en el 411 a. C., en su obra Lisístrata nos habla del paro sexual que llevan a cabo las mujeres para obligar a sus esposos a abandonar la guerra y firmar la paz. Y en el año 73 a. C., los gladiadores en huelga comandados por Espartaco se organizaron en un gran ejército de 70.000 soldados que desafió a las legiones romanas.
Bueno, de aquí pegamos un gran salto hasta principios del S. XIX. Antes esixtían gremios que defendían los intereses de su oficio, pero si se ponían en plan reivindicativo corrían el riesgo de ser encarcelados. Inglaterra, Francia e Italia fueron donde se iniciaron los primeros movimientos sindicales, donde se imposían severos castigos por actividades de protesta e incluso las huelgas fueron juzgadas como rebeliones políticas.
Las máquinas fueron sustituyendo a los artesanos y campesinos, convirtiéndolos en mano de obra barata para la industria. Con salarios bajos y jornadas laborales de 14 horas, ni los niños escapaban de esas largas jornadas. Las viviendas obreras eran insalubres y las infecciones eran frecuentes abocando a una muerte temprana a muchos de ellos.
Francis Place, sastre inglés, mediante cartas dirigidas a los miembros del parlamento consigue que comiencen a cambiar esta situación tan penosa para los obreros. Hasta el año 1.825 no dejó de ser un acto criminal el pertenecer a un sindicato y manifestarse.
Robert Owen logra en 1.833 una ley de fábricas en la que los niños menores de 9 años no podían trabajar, de 9 a 14 años podían hacerlo durante ocho horas, de 14 a 18, no mas de doce. Para el resto de obreros la jornada semanal era de 63 hora.
Catorce años mas tarde la jornada laboral se redujo a 10 horas diarias y 50 años mas tarde, en 1.875, que cualquier acto realizado por un grupo de trabajadores sindicados no fuera delito, asi como la ley de amos y sirvientes fue sustituida por la de empresarios y trabajadores.
En 1.848 en Francia hubo unas huelgas tumultuosas. La trágica situación económica, miseria, alta mortandad obrera y malas cosechas hizo incrementar el desempleo en las ciudades. Paros y manifestaciones desconcertaron al gobierno, que trata de imponer el orden con fuerzas militares. Estudiantes, obreros unidos a pequeños comerciantes e incluso la Guardia Nacional pedían mejoras laborales y más participación política. El Ejército trata de reprimir estas manifestacioes y dispara contra la multitud en la que causa 53 muertos. Los manifestates invaden el palacio del rey Luis Felipe, que abdicó con lo que se proclama en Francia la Segunda República.
Como podemos ver la unión ante determinadas necesidades hace cambiar el curso de la historia.
Un saludo Rober.
el 29 del pasado mes hemos tenido en España una Huelga General. Hoy día, con las comodidades que tenemos tanto en nuestras casas como en el medio donde nos desenvolvemos nos puede parecer extraño el llegar a estos extremos, no son aquellos tiempos de lucha desesperada de una clase frente a las necesidades más inmediatas como era mantener con vida a los hijos (que no era poco) y que no careciesen de salud.
Ya en la antigüedad, se nos habla que allá por el año 1.490 a. C., (ya ha llovido desde entonces) unos obreros judios se rebelaron contra el edicto que les obligaba a fabricar ladrillos de barro sin relleno de paja. Aristófanes, en el 411 a. C., en su obra Lisístrata nos habla del paro sexual que llevan a cabo las mujeres para obligar a sus esposos a abandonar la guerra y firmar la paz. Y en el año 73 a. C., los gladiadores en huelga comandados por Espartaco se organizaron en un gran ejército de 70.000 soldados que desafió a las legiones romanas.
Bueno, de aquí pegamos un gran salto hasta principios del S. XIX. Antes esixtían gremios que defendían los intereses de su oficio, pero si se ponían en plan reivindicativo corrían el riesgo de ser encarcelados. Inglaterra, Francia e Italia fueron donde se iniciaron los primeros movimientos sindicales, donde se imposían severos castigos por actividades de protesta e incluso las huelgas fueron juzgadas como rebeliones políticas.
Las máquinas fueron sustituyendo a los artesanos y campesinos, convirtiéndolos en mano de obra barata para la industria. Con salarios bajos y jornadas laborales de 14 horas, ni los niños escapaban de esas largas jornadas. Las viviendas obreras eran insalubres y las infecciones eran frecuentes abocando a una muerte temprana a muchos de ellos.
Francis Place, sastre inglés, mediante cartas dirigidas a los miembros del parlamento consigue que comiencen a cambiar esta situación tan penosa para los obreros. Hasta el año 1.825 no dejó de ser un acto criminal el pertenecer a un sindicato y manifestarse.
Robert Owen logra en 1.833 una ley de fábricas en la que los niños menores de 9 años no podían trabajar, de 9 a 14 años podían hacerlo durante ocho horas, de 14 a 18, no mas de doce. Para el resto de obreros la jornada semanal era de 63 hora.
Catorce años mas tarde la jornada laboral se redujo a 10 horas diarias y 50 años mas tarde, en 1.875, que cualquier acto realizado por un grupo de trabajadores sindicados no fuera delito, asi como la ley de amos y sirvientes fue sustituida por la de empresarios y trabajadores.
En 1.848 en Francia hubo unas huelgas tumultuosas. La trágica situación económica, miseria, alta mortandad obrera y malas cosechas hizo incrementar el desempleo en las ciudades. Paros y manifestaciones desconcertaron al gobierno, que trata de imponer el orden con fuerzas militares. Estudiantes, obreros unidos a pequeños comerciantes e incluso la Guardia Nacional pedían mejoras laborales y más participación política. El Ejército trata de reprimir estas manifestacioes y dispara contra la multitud en la que causa 53 muertos. Los manifestates invaden el palacio del rey Luis Felipe, que abdicó con lo que se proclama en Francia la Segunda República.
Como podemos ver la unión ante determinadas necesidades hace cambiar el curso de la historia.
Un saludo Rober.