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BARBADILLO: No siempre a Barbadillo llegaba el viajero por la calzada...

No siempre a Barbadillo llegaba el viajero por la calzada que hoy día casi todos utilizamos, sobre todo si nos dirigimos a él desde la ciudad. Todo aquel que viajase en carro o semoviente, una vez en lo alto de la Golpejera y dejado atrás las crestas de las catedrales bajando la suave pendiente se llegaba a una fuente de frescas aguas y algo mas adelante al puente de la Valmuza, lugar donde confluían la cañada de los Mártires con la cañada Real. Aquí al viajero que se dirigía a Barbadillo le acompañaba un tupido monte hasta la Rade y una vez allí se iniciaba un camino al que cruzaba el llamado carril de los lobos (posiblemente porque en aquella época hubiese lobos en los montes de nuestra provincia y este fuese una de sus zonas de paso). Una vez dejado atrás el monte se bajaba por los tesos entrando al pueblo por lo que llamamos la Puente Grande. (Si os dais cuenta el ancho de esta calle es muy superior a las del resto del pueblo).
Hoy día la entrada la hacemos a través del alto de Castrejón desde donde se puede ver ese valle que llega hasta los altozanos de Calzada, valle segmentado como cortado a tijera por la autovía, carretera y esa cremallera de hierro que une la capital con Ciudad Rodrigo. Desde los altos de Castrejón puede verse a nuestra izquierda esos pastos y fértil tierra de (hoy día) Duquesa de Alba con un arroyo que baña esa chopera segmentada en tres partes que es la mejor anunciadora de los cambios de estación en nuestra tierra. Verde paraiso en verano, dorado moscatel en otoño, desnuda en invierno (majestuosa donde cuelgan de sus ramas chupiteles polares ante la bruma y fríos que azotan los crudos días cuando las tierra se viste de amaneceres blancos) y ese despertar tranquilo a la primavera de brotes abellotados dejando paso al verde para no desentonar con las tierras peladas donde el labrador ha sembrado sus trigos que orgullosos emergen antes en cerro hoy mas juntado.
Saltando la vía, el valle se va estrechando sin apenas percibirse, tal es la suavidad de sus colinas, el rio (regato), a nuestra derecha, desaparece entre su vegetación abandonada y apenas nos muestra un ojo junto a la primera curva de la carretera, posteriormente llegamos a la cerámica, allí el rio se ensancha, obra de los barreros que un día dieron trabajo a gran parte del pueblo, este regato dio su tierra lindera a unas generaciones que supieron hacer de su barro la mejor teja y adobe de la zona. Este regato nos deja a su paso unos generosos huertos que ayudaron a paliar nuestras necesidades cuando apretaba el hambre (posiblemente hoy día nadie, o casi nadie sepa su nombre en el pueblo, tan solo digamos la Puente Grande) sin embargo antes tenía dedicado un barrio del pueblo "el barrio de San Antón" como el nombre de este riachuelo.
Si continuamos por esta carretera y seguimos por su lado izquierdo dejamos el pueblo sin apenas rozarlo no sin antes haber dejado atrás su pequeño y bonito parque junto con la zona deportiva. Si tomamos la parte derecha de la carretera entramos por un puente construído en la segunda década del S. XX y ampliado sobre 1.970 para encontrarnos con nuestra historia.
A Verónica, estrella en la noche silenciosa de mi pueblo.
Un saludo, espero te guste. Rober.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Rober has hecho un precioso y poético relato de "caminos de Barbadillo" que al menos a mi y a las personas de mi edad nos ha emocionado tu detallada y clara descripción con sus exactas denominaciones que al leerlo, nuestra mente va levantando el plano topográfico de todo el pueblo. Estoy orgullosa de tener un pariente que dedica tanto cariño y tiempo a la historia de nuestro pueblo. Abrazos Leo.