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BARBADILLO: Fernando II.- Fin de una época....

Fernando II.- Fin de una época.
La división del reino por Alfonso VII, entre Fernando II (León y Galicia) y Alfonso VIII (Castilla). Deja a Salamanca en una situación delicada ante sus vecinos, ya que Portugal se había independizado anteriormente.
Salamanca queda bajo el reino de León, mientras Avila queda en Castilla situándose la frontera entre los dos reinos en la Calzada de la Plata o de la Guinea, cerca de Béjar, esto no debió resultar agradable ni para salmantinos ni para abulenses pues los situaba en diferentes reinos, incluso como enemigos a grupos que quizás tenían el mismo origen.
Portugal presionaba hacia el oeste amenazando el estrecho corredor que a los leoneses les quedaba hacia el sur poniendo en peligro las conquistas de éstos en la Transierra, en especial Coria (ahora punto avanzado del reino de León)
Siendo menor de edad Alfonso VIII, ya se inician por parte de Fernando II la intervención en el conflicto castellano entre dos linajes de nobles, los Castro y los Lara, apoderándose de parte del territorio castellano.
Pero el hecho mas preocupante se estaba produciendo en al-Andalus. Los almohades que desde 1.146 habían desembarcado en la península afianzando su poder en Andalucía occidental y en la Extremadura meridional, habían iniciado una campaña para reunificar al-Andalus y recuperar los territorios perdidos desde la conquista cristiana de Toledo. La amenaza sobre la frontera del Tajo era evidente, como la amenaza sobre Coria (perteneciente a León) por lo que impulsa una repoblación sobre Ledesma y Ciudad Rodrigo (1.161), Ciudad Rodrigo como confluencia de las dos calzadas, la Colimbriana (Salamanca-Coimbra) y la Dalmacia, que cruza la Sierra de Gata por el actual puerto de Perales. Siendo detrás de Coria el segundo punto estratégico frente a una agresión almohade y bastión frente a Portugal, quedando Ledesma en retaguardia, asignándole un gran alfoz y convirtiéndola en un centro de vital importancia para articular las comunicaciones con la parte norte del reino, Zamora y León, como con Alba y Salamanca.
Estas funciones las podía haber desempeñado Salamanca con más medios que C. Rodrigo y Ledesma, que Fernando II trata de organizar políticamente. Pero el alto grado de poder y autonomía que había logrado la ciudad salmantina, así como el origen de buena parte de sus pobladores y los de su territorio, lo que motivó al rey leonés a configurar sus baluartes defensivos frente a los presumibles ataques de sus enemigos, en la organización de otros dos concejos más fieles y leales a su persona que la ciudad de Salamanca, a la vez que recortaba en lo posible el poder de la misma, tanto en el sentido económico como político y demográfico.
Al recortar la influencia de la ciudad en beneficio de C. Rodrigo y Ledesma concediéndoles amplios territorios que anteriormente controlaba Salamanca, esto supuso un duro golpe a las posibilidades económicas y de expansión de la ciudad del Tormes y a sus caballeros, que vieron recortados y reducidos los territorios donde seguir desarrollando su medio de vida. La disminución del nº de habitantes en beneficio de C. Rodrigo y Ledesma, principalmente de gente dedicada a la guerra y por lo tanto beligerantes y difíciles de manejar, ya que están acostumbrados a seguir sus propias normas (fuero) y no obedecer más órdenes que las que ellos mismos se daban.

Fernando II formó los concejos de C. Rodrigo y Ledesma, dando al de Ciudad Rodrigo mayor rango, haciendo de ella sede episcopal dependiente de la sede de Santiago de Compostela tanto sus iglesias de la ciudad como de su término, las que existían como las que se pudiesen crear, así como sus monasterios. Sometía todos los clérigos a la autoridad del obispo y exentos de la autoridad real. A los salmantinos se les recortaba su amplio alfoz y se potenciaba la marcha de alguno de sus pobladores hacia el nuevo concejo, a la vez que se delimitaba el control que había venido teniendo sobre la Transierra desde 1.136, lo que repercutirá negativamente en las posibilidades de expansión política y económica de la ciudad. Por lo que no tardaré en reaccionar.

En este episodio de J. L. Sánchez Iglesia se puede ver, que como siempre, todo lo bueno se acaba. Un saludo. Rober.