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BARBADILLO: El paseo desde Barbadillo a Galindo se hace agradable...

El paseo desde Barbadillo a Galindo se hace agradable sobre todo a esas horas del atardecer en la que la suavidad del sol nos regala una temperatura envidiable si además lo acompaña con una pizca de brisa fresca. Es la mejor, la que prefiere la mayoría de la gente que tras las horas de sesteo en el interior de las casas hace que se desperece el pueblo.
He tenido oportunidad de darlo a primeros de mes entre trigales y centenos dorados, (este año se ve poco girasol en el término) por lo que el color pajizo-amarillento es el que predomina. El pasear, sobre todo para los que permanecen de continuo en el pueblo puede ser una rutina, pero para los que lo hacemos de vez en cuando se convierte todo en una novedad al ver esas puestas de Sol que pasan de luz brillante a suave anaranjado y languidece (a veces) en un rojo intenso allá por tierras portuguesas. Esos paseos de primeros días de Julio eran acompañados por el continuo canto de cordorniz y sus polluelos, pero la mies está a punto y la gran transformación del campo se lleva a cabo en un santiamén dejando los campos rapados como prisioneros de guerra y unas hileras de paja a las que apenas se les da descanso siendo comprimidas en forma uniformada y cortadas todas por el mismo patrón. En apenas unos días el campo se ha transformado de tal manera como si hubiese pasado de la vida a la muerte.
Se realiza el mismo paseo, a la misma hora, pero ya no cantan las codornices.
Es en este tiempo cuando suelen ir llegando los pocos que continúan veraneando en el pueblo, viendo un paisaje pelado, agostado... levantando algo la vista vemos a lo lejos el monte, con encinas entre verde azulonas y el ganado, somos la linde, la linde entre lo agrícola y el campo charro.
Esta tierra no parece estar hecha para visitas, sino para los que generación tras generación la ha ido peinando con el arado y ha hecho de ella su cómplice y compañera, tanto para el invierno como para el verano.
Un saludo. Rober
P. D.- Quiero tener un recuerdo para Socorro y su marido que año tras años, bajan de las montañas de Asturias y pasan el verano con nosotros y felicitarles por sus bodas de oro que fueron el día de Santiago. Cincuenta años de casados. FELICIDADES.