El ejército en Hispania.- Estaban constituidos por una Legión o cuerpo de tropa regular formado exclusivamente por ciudadanos romanos (4.000 ó 5.000 soldados) ordenados en Cohortes (unidades de infantería), y un contingente variable de jinetes encuadrados en Alas.
Cada ejército pretoriano contaba con un total de unos 12.000 soldados que se incrementaban en cada campaña con elementos indígenas de caballería e infantería ligera, los Auxiliares, alistados en orden a los pactos suscritos por Roma con las tropas aliadas o conseguidos mediante reclutamiento voluntario y que eran disueltos al finalizar la campaña.
En el año 107 llegó a contar la península con un total de siete legiones. Más adelante, lograda la paz peninsular en tiempos de Augusto fue reducido el nº de efectivos.
El ejército romano nació como una milicia ciudadana. La pertenencia al cuerpo de ciudadanos romanos de pleno derecho conllevaba la obligación de prestar servicio militar en las Legiones, y el reclutamiento en las mismas estaba basado en el censo de bienes, por lo que quedaban excluidos del ejército los Propietarios. En un principio esta fue la base del reclutamiento, una vez licenciado el soldado, conseguía tierras con las cuales asentarse como propietario y asegurar la posterior vida como civil.
Durante la república, el ejército romano tuvo como finalidad el mantener la paz en los territorios para permitir su explotación, poco a poco se fue ampliando el proceso de romanización mediante la colonización agraria de los soldados veteranos y la inclusión de elementos indígenas en sus cuadros legionarios y auxiliares.
Hacia el año 100 a. C, Mario reforma la milicia, ampliando la base de reclutamiento de las legiones al aceptar como voluntarios no sólo a ciudadanos romanos sino también indígenas que comenzaron a ser incluidos dentro de la propia estructura militar romana.
Los Auxiliares hispanos ocuparán a partir de entonces un lugar imprescindible en los ejércitos romanos. Para hacerles atractiva su pertenencia al ejército les fueron concedidos privilegios, entre los más importantes de los cuales figuraba la posibilidad de conseguir la ciudadanía romana. La concesión de la ciudadanía a muchos de ellos ampliará la base romanizada, transformándolos en un importante elemento de romanización al regresar a sus lugres de origen investidos de su condición de ciudadanos romanos. De hecho la Legio VII Gemina, reclutada por Galba a principios del siglo I estuvo ya compuesta casi exclusivamente por hispanos.
Por lo que en el Alto Imperio el reclutamiento de auxiliares además de la paga se le solía conceder la ciudadanía romana y el reconocimiento del matrimonio por lo que también pasaba a sus hijos.
En el Bajo Imperio se crearon dos tipos de ejércitos, los limitanei acantonados en lugares fortificados a lo largo de la línea fronteriza y los comitatenses o cuerpos móviles que podían acudir a cualquier punto del imperio.
De la H. del Derecho de los Pueblos.
Cada ejército pretoriano contaba con un total de unos 12.000 soldados que se incrementaban en cada campaña con elementos indígenas de caballería e infantería ligera, los Auxiliares, alistados en orden a los pactos suscritos por Roma con las tropas aliadas o conseguidos mediante reclutamiento voluntario y que eran disueltos al finalizar la campaña.
En el año 107 llegó a contar la península con un total de siete legiones. Más adelante, lograda la paz peninsular en tiempos de Augusto fue reducido el nº de efectivos.
El ejército romano nació como una milicia ciudadana. La pertenencia al cuerpo de ciudadanos romanos de pleno derecho conllevaba la obligación de prestar servicio militar en las Legiones, y el reclutamiento en las mismas estaba basado en el censo de bienes, por lo que quedaban excluidos del ejército los Propietarios. En un principio esta fue la base del reclutamiento, una vez licenciado el soldado, conseguía tierras con las cuales asentarse como propietario y asegurar la posterior vida como civil.
Durante la república, el ejército romano tuvo como finalidad el mantener la paz en los territorios para permitir su explotación, poco a poco se fue ampliando el proceso de romanización mediante la colonización agraria de los soldados veteranos y la inclusión de elementos indígenas en sus cuadros legionarios y auxiliares.
Hacia el año 100 a. C, Mario reforma la milicia, ampliando la base de reclutamiento de las legiones al aceptar como voluntarios no sólo a ciudadanos romanos sino también indígenas que comenzaron a ser incluidos dentro de la propia estructura militar romana.
Los Auxiliares hispanos ocuparán a partir de entonces un lugar imprescindible en los ejércitos romanos. Para hacerles atractiva su pertenencia al ejército les fueron concedidos privilegios, entre los más importantes de los cuales figuraba la posibilidad de conseguir la ciudadanía romana. La concesión de la ciudadanía a muchos de ellos ampliará la base romanizada, transformándolos en un importante elemento de romanización al regresar a sus lugres de origen investidos de su condición de ciudadanos romanos. De hecho la Legio VII Gemina, reclutada por Galba a principios del siglo I estuvo ya compuesta casi exclusivamente por hispanos.
Por lo que en el Alto Imperio el reclutamiento de auxiliares además de la paga se le solía conceder la ciudadanía romana y el reconocimiento del matrimonio por lo que también pasaba a sus hijos.
En el Bajo Imperio se crearon dos tipos de ejércitos, los limitanei acantonados en lugares fortificados a lo largo de la línea fronteriza y los comitatenses o cuerpos móviles que podían acudir a cualquier punto del imperio.
De la H. del Derecho de los Pueblos.