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Esta etapa se caracteriza por la decadencia de la vida urbana y de las actividades económicas relacionadas con ella (artesanía y comercio) tan solo la actividad agraria, orientada al autoabastecimiento mantiene su importancia, pero una serie de pestes y plagas de langostas que afectan a todo el reino (a partir del 680) acentúa su decadencia reduciendo la producción agrícola y despoblando zonas de campo; de manera que en el momento de la invasión musulmana, la Península se hallaba sumida en una profunda depresión económica.
La existencia de grandes propiedades donde se obtenían productos agrícolas y ganaderos, así como la producción artesanal y manufactura textil y metalúrgica, se realizaba en los núcleos donde se asentaban la villa o monasterio en caso de propiedad eclesiástica. La tierra se dividía en dos partes, una del señor, cultivada por siervos y otra dividida en lotes que se entregaba a los colonos. La producción estaba orientada a satisfacer las necesidades inmediatas y autoabastecimiento, apenas existía el comercio y solo la corte y la aristocracia demandaba manufacturas que aquí no se producían, en cantidad muy limitada.
Se perdieron muchas actividades industriales al desaparecer la demanda urbana e incluso la minería de época romana dejó de explotarse.
El comercio con el exterior se mantuvo mientras los bizantinos tuvieron el sureste de la Península con base en Cartagena como puerto y centro minero así como Córdoba como ciudad mercantil.
Los visigodos emitieron moneda en unos ochenta zocos diferentes, Salamanca entre ellas, a finales del S. VI y S. VII.
Ante la decadencia de la actividad cultural, la Iglesia se erige como receptora de la cultura greco-romana, por lo que los monasterios se alzan como centros académicos donde la literatura y las artes de mantienen y se adaptan a los gustos y necesidades de la iglesia.
Durante la primera etapa visigoda, una vez exterminado prácticamente a los Alanos y ante la imposibilidad material de dominar todos los territorios con tan poca gente, los cronistas de la época dan por hecho fehaciente la ocupación de la parte oeste de la provincia por los Suevos que también ocuparon Mérida, posteriormente vencidos por visigodos que utilizaron la ruta de la plata para sus ataques a Mérida y Astorga.
De la H. de Salamanca. 11
La existencia de grandes propiedades donde se obtenían productos agrícolas y ganaderos, así como la producción artesanal y manufactura textil y metalúrgica, se realizaba en los núcleos donde se asentaban la villa o monasterio en caso de propiedad eclesiástica. La tierra se dividía en dos partes, una del señor, cultivada por siervos y otra dividida en lotes que se entregaba a los colonos. La producción estaba orientada a satisfacer las necesidades inmediatas y autoabastecimiento, apenas existía el comercio y solo la corte y la aristocracia demandaba manufacturas que aquí no se producían, en cantidad muy limitada.
Se perdieron muchas actividades industriales al desaparecer la demanda urbana e incluso la minería de época romana dejó de explotarse.
El comercio con el exterior se mantuvo mientras los bizantinos tuvieron el sureste de la Península con base en Cartagena como puerto y centro minero así como Córdoba como ciudad mercantil.
Los visigodos emitieron moneda en unos ochenta zocos diferentes, Salamanca entre ellas, a finales del S. VI y S. VII.
Ante la decadencia de la actividad cultural, la Iglesia se erige como receptora de la cultura greco-romana, por lo que los monasterios se alzan como centros académicos donde la literatura y las artes de mantienen y se adaptan a los gustos y necesidades de la iglesia.
Durante la primera etapa visigoda, una vez exterminado prácticamente a los Alanos y ante la imposibilidad material de dominar todos los territorios con tan poca gente, los cronistas de la época dan por hecho fehaciente la ocupación de la parte oeste de la provincia por los Suevos que también ocuparon Mérida, posteriormente vencidos por visigodos que utilizaron la ruta de la plata para sus ataques a Mérida y Astorga.
De la H. de Salamanca. 11