Monarquía Visigoda.- Monarquía popular que partiendo de viejas concepciones germánicas tendió al absolutismo por influencia romana, aunque siempre con la mitigación aportada por la ideología eclesiástica. En principio se trató de una monarquía electiva en la que se elegía el rey y se le otorgaba el poder político, militar y la administración de justicia. El contacto cada vez mas fuerte con Roma y la influencia de la Iglesia irán transformando dicho poder aumentándolo, estableciéndose las condiciones precisas en el Concilio VI de Toledo en el año 638.
El sistema de sucesión en la monarquía visigoda desde Alarico (410) hasta Amalarico (519) eran elegidos entre los miembros de la misma familia “la de los Balthos” y después cambió., a veces era tomada por la fuerza.
El intento de hacer la monarquía hereditaria chocó violentamente con la nobleza, aunque una vez alcanzado el trono hacían intentos de hacerla hereditaria.
Como condiciones para ser rey estaban la de “ser de la estirpe goda y buenas costumbres” no pertenecer a pueblos extraños, ni ser siervo, ni haber recibido tonsura o hábito monacal, ni pena de decalvación ni alcanzar el trono habiéndose revelado.
Estos requisitos eran estrictos por lo que Tilga (642) y Wamba fueron depuestos utilizándose la tonsura monacal. De todas maneras el sistema mas utilizado para deponer un monarca fue el regicidio. (Diez monarcas fueron asesinados).
El antiguo procedimiento de elección mediante la Asamblea de hombres libres armados se hizo inviable por lo que se reguló en dicho Concilio de Toledo VI (633) presidido por S. Isidoro en tiempos de Recaredo, la alta nobleza y los obispos. Dicha elección debía realizarse en Toledo o donde hubiese muerto el monarca anterior.
Una vez proclamado rey, el monarca juraba defender el reino, gobernar con justicia, guardar la fe católica y proteger la Iglesia. A continuación el pueblo juraba fidelidad al rey y defender su persona y al reino. Los magnates del Aula Regia lo hacían allí mismo, al igual que todos los que se hallaban presentes. Después se juraba en el resto del territorio con la siguiente fórmula: “por la salud de la patria, firmeza del pueblo godo e incoluminidad del rey”. El juramento era inviolable, se establecía excomunión contra los que delinquían contra el interés general de reino. Los delitos contra la patria tenían además de la excomunión la confiscación de bienes. (Convirtiéndose esto en un arma de la familia real contra otras familias rivales).
Fue la iglesia isidoriana la que inició el procedimiento de la unción de los reyes con el reinado de Wamba (672) lo que suponía que el monarca tenía que añadir a sus virtudes la misericordia y el cuidado de la Iglesia y su patrimonio. Con esta ceremonia se pretendía transmitir al monarca el carácter sagrado que le caracterizaba y garantizar así a la monarquía frente a una nobleza proclive a las rebeliones.
Una vez ungido, se paraba a la “elevación” o ceremonia por la que el monarca era elevado en un escudo y llevado en hombres por los guerreros. Este sistema fue sustituido por la elevación al trono, situado en lugar alto. El rey como jefe supremo también acuñaba moneda, Leovigildo fue el primero, hasta entonces estaba limitada su acuñación al Imperio.
A partir del VI Concilio de Toledo se considera que el poder emana de Dios y es depositado en el rey “cuya persona es sagrada” a través del pueblo. Ello implica que el monarca está limitado en su actuación por la justicia, la rectitud y la materialización de criterios de utilidad pública. El rey está sometido a las leyes y a las nomas legales no encontrándose por encima de ellas.
El poder del rey como origen divino, siendo vicarios de Dios por lo que ha de gobernar rectamente, en caso contrario pierde las condiciones para ser rey. Por lo que el Estado debía poner su fuerza al servicio de la Iglesia, logrando una unión entre los poderes religioso y secular.
De la H. del Dercho de los pueblos. (14)
El sistema de sucesión en la monarquía visigoda desde Alarico (410) hasta Amalarico (519) eran elegidos entre los miembros de la misma familia “la de los Balthos” y después cambió., a veces era tomada por la fuerza.
El intento de hacer la monarquía hereditaria chocó violentamente con la nobleza, aunque una vez alcanzado el trono hacían intentos de hacerla hereditaria.
Como condiciones para ser rey estaban la de “ser de la estirpe goda y buenas costumbres” no pertenecer a pueblos extraños, ni ser siervo, ni haber recibido tonsura o hábito monacal, ni pena de decalvación ni alcanzar el trono habiéndose revelado.
Estos requisitos eran estrictos por lo que Tilga (642) y Wamba fueron depuestos utilizándose la tonsura monacal. De todas maneras el sistema mas utilizado para deponer un monarca fue el regicidio. (Diez monarcas fueron asesinados).
El antiguo procedimiento de elección mediante la Asamblea de hombres libres armados se hizo inviable por lo que se reguló en dicho Concilio de Toledo VI (633) presidido por S. Isidoro en tiempos de Recaredo, la alta nobleza y los obispos. Dicha elección debía realizarse en Toledo o donde hubiese muerto el monarca anterior.
Una vez proclamado rey, el monarca juraba defender el reino, gobernar con justicia, guardar la fe católica y proteger la Iglesia. A continuación el pueblo juraba fidelidad al rey y defender su persona y al reino. Los magnates del Aula Regia lo hacían allí mismo, al igual que todos los que se hallaban presentes. Después se juraba en el resto del territorio con la siguiente fórmula: “por la salud de la patria, firmeza del pueblo godo e incoluminidad del rey”. El juramento era inviolable, se establecía excomunión contra los que delinquían contra el interés general de reino. Los delitos contra la patria tenían además de la excomunión la confiscación de bienes. (Convirtiéndose esto en un arma de la familia real contra otras familias rivales).
Fue la iglesia isidoriana la que inició el procedimiento de la unción de los reyes con el reinado de Wamba (672) lo que suponía que el monarca tenía que añadir a sus virtudes la misericordia y el cuidado de la Iglesia y su patrimonio. Con esta ceremonia se pretendía transmitir al monarca el carácter sagrado que le caracterizaba y garantizar así a la monarquía frente a una nobleza proclive a las rebeliones.
Una vez ungido, se paraba a la “elevación” o ceremonia por la que el monarca era elevado en un escudo y llevado en hombres por los guerreros. Este sistema fue sustituido por la elevación al trono, situado en lugar alto. El rey como jefe supremo también acuñaba moneda, Leovigildo fue el primero, hasta entonces estaba limitada su acuñación al Imperio.
A partir del VI Concilio de Toledo se considera que el poder emana de Dios y es depositado en el rey “cuya persona es sagrada” a través del pueblo. Ello implica que el monarca está limitado en su actuación por la justicia, la rectitud y la materialización de criterios de utilidad pública. El rey está sometido a las leyes y a las nomas legales no encontrándose por encima de ellas.
El poder del rey como origen divino, siendo vicarios de Dios por lo que ha de gobernar rectamente, en caso contrario pierde las condiciones para ser rey. Por lo que el Estado debía poner su fuerza al servicio de la Iglesia, logrando una unión entre los poderes religioso y secular.
De la H. del Dercho de los pueblos. (14)