CLERO SALMANTINO Y SEÑORIOS ECLESIASTICOS EN LOS S. XII Y XIII
Las primeras décadas del S. XII van a resultar fundamentales para la evolución posterior de la iglesia salmantina; por un lado las tres diócesis que durante algún tiempo fueron dirigidas por el mismo prelado toman rumbos autónomos; luego comienza la construcción de la catedral y de algunas parroquias y, al tiempo, se ponen las bases del señorío de la sede y de la catedral salmantina.
Las pretensiones reales llegaron a provocar el levantamiento de los salmantinos, que fueron derrotados por Fernando II en la Valmuza en 1.162, y el ataque de los portugueses, molestos por la presencia de la frontera leonesa.
La intervención del arzobispo de Santiago, el Papa y del rey hizo que diez años después se normalice la situación fijando los límites de las diócesis por el curso de los ríos Huebra y Yeltes, siendo refrendados en 1.174. Para lo cual ambas diócesis son recompensadas por la monarquía.
A partir de entonces las aldeas que producen rentas elevadas logran la presencia de un párroco por lo que la red eclesiástica se basa en la parroquia y no en los monasterios. Cuando los pobladores se reparten por el territorio resulta imprescindible fijar al máximo los límites diocesanos para determinar las competencias jurisdiccionales y también quién era el titular de los beneficios económicos asignados a los obispos y radicados en las aldeas.
En la Edad Media la diócesis de Salamanca incluía también Medina del Campo y su Tierra, sin embargo Rágama y Salmoral pertenecían a Ávila.
Como en Salamanca la población se extendió en primer lugar por el Norte del Tormes, por la mayor seguridad, mejor calidad de tierra y proximidad a la comarca de origen, los primeros roces se producen con la diócesis de Zamora, disputándose las iglesias de Santiz, La Mesnal, Pelilla, así como los diezmos de Ledesma, Baños, Juzbado y Almenara, teniendo que intervenir el pontífice Alejandro III.
De la H. de Salamanca. (21)
Las primeras décadas del S. XII van a resultar fundamentales para la evolución posterior de la iglesia salmantina; por un lado las tres diócesis que durante algún tiempo fueron dirigidas por el mismo prelado toman rumbos autónomos; luego comienza la construcción de la catedral y de algunas parroquias y, al tiempo, se ponen las bases del señorío de la sede y de la catedral salmantina.
Las pretensiones reales llegaron a provocar el levantamiento de los salmantinos, que fueron derrotados por Fernando II en la Valmuza en 1.162, y el ataque de los portugueses, molestos por la presencia de la frontera leonesa.
La intervención del arzobispo de Santiago, el Papa y del rey hizo que diez años después se normalice la situación fijando los límites de las diócesis por el curso de los ríos Huebra y Yeltes, siendo refrendados en 1.174. Para lo cual ambas diócesis son recompensadas por la monarquía.
A partir de entonces las aldeas que producen rentas elevadas logran la presencia de un párroco por lo que la red eclesiástica se basa en la parroquia y no en los monasterios. Cuando los pobladores se reparten por el territorio resulta imprescindible fijar al máximo los límites diocesanos para determinar las competencias jurisdiccionales y también quién era el titular de los beneficios económicos asignados a los obispos y radicados en las aldeas.
En la Edad Media la diócesis de Salamanca incluía también Medina del Campo y su Tierra, sin embargo Rágama y Salmoral pertenecían a Ávila.
Como en Salamanca la población se extendió en primer lugar por el Norte del Tormes, por la mayor seguridad, mejor calidad de tierra y proximidad a la comarca de origen, los primeros roces se producen con la diócesis de Zamora, disputándose las iglesias de Santiz, La Mesnal, Pelilla, así como los diezmos de Ledesma, Baños, Juzbado y Almenara, teniendo que intervenir el pontífice Alejandro III.
De la H. de Salamanca. (21)