Economía urbana y comercio.- Aunque la economía agraria y la vida rural continuaron predominando, desde el S. XI se aprecia una notable intensificación de la actividad comercial tanto interior como con países del norte de Europa, Flandes, Inglaterra y Francia.
Hay un impulso de la circulación monetaria, mayor número de mercaderes profesionales e impulso del comercio marítimo.
El Camino de Santiago impulsó la actividad mercantil con la llegada de peregrinos, comerciantes, cambistas, industriales, posaderos, etc. Para proteger todas estas actividades se concedió “la paz del camino” pasando éstos a estar protegidos, llamándose caminos reales, así como “la paz del mercado” pasando a ser considerados hombres del rey todas aquellas personas naturales, o no, del país dedicadas al comercio.
Los mercaderes, en principio errantes, se establecieron a las afueras de los núcleos urbanos formando nuevos barrios, denominados burgueses. Importantes fueron León, Burgos, Santiago de Compostela o Barcelona.
Las ferias y los mercados fueron los centros de intercambio de toda actividad mercantil, adquiriendo importancia económica y jurídica a partir del S. XI, XII.
Las ferias eran grandes reuniones de comerciantes que se celebraban una o dos veces al año, durante ocho o quince días, a la que acudían mercaderes que se dedicaban al comercio interregional.
Los mercados eran reuniones diarias o semanales, mediante un comercio permanente o ambulante.
Tanto las ferias como los mercados fueron instituciones reales, por lo que la concesión a una localidad era una prerrogativa del rey que con el tiempo comenzó a conceder como privilegio a los señores para que la ejercieran en sus territorios. Gozando los mercaderes de medidas destinadas a asegurar la seguridad de las transacciones.
De la H. del Derecho y de los Pueblos. (25)
Hay un impulso de la circulación monetaria, mayor número de mercaderes profesionales e impulso del comercio marítimo.
El Camino de Santiago impulsó la actividad mercantil con la llegada de peregrinos, comerciantes, cambistas, industriales, posaderos, etc. Para proteger todas estas actividades se concedió “la paz del camino” pasando éstos a estar protegidos, llamándose caminos reales, así como “la paz del mercado” pasando a ser considerados hombres del rey todas aquellas personas naturales, o no, del país dedicadas al comercio.
Los mercaderes, en principio errantes, se establecieron a las afueras de los núcleos urbanos formando nuevos barrios, denominados burgueses. Importantes fueron León, Burgos, Santiago de Compostela o Barcelona.
Las ferias y los mercados fueron los centros de intercambio de toda actividad mercantil, adquiriendo importancia económica y jurídica a partir del S. XI, XII.
Las ferias eran grandes reuniones de comerciantes que se celebraban una o dos veces al año, durante ocho o quince días, a la que acudían mercaderes que se dedicaban al comercio interregional.
Los mercados eran reuniones diarias o semanales, mediante un comercio permanente o ambulante.
Tanto las ferias como los mercados fueron instituciones reales, por lo que la concesión a una localidad era una prerrogativa del rey que con el tiempo comenzó a conceder como privilegio a los señores para que la ejercieran en sus territorios. Gozando los mercaderes de medidas destinadas a asegurar la seguridad de las transacciones.
De la H. del Derecho y de los Pueblos. (25)