SEÑORIOS ECLESIASTICOS EN EPOCAS DE CRISIS.- El S. XIV fue acumulando una serie de problemas no sólo institucionales sino que también se produce una grave crisis económica generalizada. Esta también afectó a los grandes patrimonios eclesiásticos como es el de la catedral de Salamanca. Se da una falta de demanda de tierras en las subastas, en parte por escasez de cultivadores y también por razones técnicas: algunos de los renteros tradicionales se negaban a contraer compromisos en maravedís por temor a cambios en la moneda. Por lo que las pujas fueron a la baja y la fijación de las rentas se hizo en reales de plata, que resultaban más estables.
Muchas veces los renteros resultaban insolventes. El patrimonio de la Catedral se encontraba en una situación de claro abandono. Explotaciones descuidadas o con aprovechamiento deficiente; los elementos técnicos, como las norias y los canales de regadío que exigían cierto grado de esfuerzo de conservación se encontraban en ruinas o con un servicio deficiente, teniendo en la primera década del S. XV que un centenar de viviendas del cabildo se hallaban en ruinas, así como corrales, pajares, lagares, cercados, explotación de viñedos, huertos, etc. Todo ello se agrava más en 1.414 al producirse una gran mortandad.
Sin embargo hay dos circunstancias que benefician a los eclesiásticos en esta época: por un lado el sentimiento de inseguridad y de culpa que se difunde en tiempo de desgracias, por lo que crece el nº de individuos dispuestos a mostrarse generosos para lograr la ayuda o el perdón de la Iglesia. Por otro, la crisis motiva el endeudamiento de los pequeños propietarios por lo que estas familias ceden sus bienes raíces para satisfacer a sus acreedores, de manera que también por este camino se mantiene la tendencia a la consolidación del patrimonio catedralicio. Por lo que a mediados del S. XV, el cabildo ya muestra una solidez económica que va incrementando con compras, actualizando las rentas de manera constante sin alquilar a largo plazo, evitando los subarriendos, etc.
De la H. de Salamanca 26.
Muchas veces los renteros resultaban insolventes. El patrimonio de la Catedral se encontraba en una situación de claro abandono. Explotaciones descuidadas o con aprovechamiento deficiente; los elementos técnicos, como las norias y los canales de regadío que exigían cierto grado de esfuerzo de conservación se encontraban en ruinas o con un servicio deficiente, teniendo en la primera década del S. XV que un centenar de viviendas del cabildo se hallaban en ruinas, así como corrales, pajares, lagares, cercados, explotación de viñedos, huertos, etc. Todo ello se agrava más en 1.414 al producirse una gran mortandad.
Sin embargo hay dos circunstancias que benefician a los eclesiásticos en esta época: por un lado el sentimiento de inseguridad y de culpa que se difunde en tiempo de desgracias, por lo que crece el nº de individuos dispuestos a mostrarse generosos para lograr la ayuda o el perdón de la Iglesia. Por otro, la crisis motiva el endeudamiento de los pequeños propietarios por lo que estas familias ceden sus bienes raíces para satisfacer a sus acreedores, de manera que también por este camino se mantiene la tendencia a la consolidación del patrimonio catedralicio. Por lo que a mediados del S. XV, el cabildo ya muestra una solidez económica que va incrementando con compras, actualizando las rentas de manera constante sin alquilar a largo plazo, evitando los subarriendos, etc.
De la H. de Salamanca 26.