Presiones y usurpaciones: El clero como víctima y como opresor.- Durante esta época, y especialmente en los reinados de Juan II y Enrique IV, se manifiesta también como un obstáculo al desarrollo económico, la violencia de los poderosos, que procuran por todos los medios incrementar sus patrimonios y rentas. Aprovechan sus conocimientos de los espacios ganaderos, su influencia en los concejos y la debilidad de la monarquía para adueñarse de los valores más sólidos durante la época medieval, los hombres y la tierra, con la permanente pretensión de incrementar su poder y sus rentas.
La lucha por controlar vasallos y tierra se desarrolla fundamentalmente en el ámbito civil, entre determinados nobles ambiciosos y sus adversarios, los representantes en el concejo del común de los vecinos. La postura del clero en estos conflictos suele pasar desapercibida, a pesar de que las maniobras de los usurpadores tenían que repercutir necesariamente tanto en su tarea pastoral como en sus intereses económicos.
Una de las prácticas habituales consistía en el despoblamiento de aldeas para fortalecer el núcleo señorial, lo que significaría la emigración forzosa de parroquianos y la pérdida de los ingresos del diezmo, la retribución ordinaria y casi única del clero rural. Se da como cierto que los despoblamientos afectaron a un nº limitado de lugares y que la mayor parte de las actuaciones no tuvieron un carácter tan radical. Frecuentemente los señores optan por ocupar terrenos baldíos o de aprovechamiento muy ocasional, o se dedican a correr los mojones para ampliar sus propiedades, lo que evidentemente, tenían unas repercusiones económicas para los habitantes llegando a dañar la estabilidad demográfica del poblado. Como consecuencia de ello se producía un trasvase del diezmo; lo que dejaba de percibir la pequeña iglesia rural en beneficio de la parroquia urbana en cuya circunscripción radicaban las casas del usurpador, pero eso no perjudicaba a la jerarquía eclesiástica.
Lo que si dio lugar a enfrentamientos mas duraderos fue la ocupación de propiedades eclesiásticas por personas poderosas que en ocasiones actuaban sin ningún título legal.
Uno de los pleitos más largos y complejos se desarrolla en torno a la herencia de Arias Díaz Maldonado, hijo del Arcediano de Toro que favorece a la catedral con una serie de propiedades, pero su primo Rodrigo Arias ocupa estas tierras alegando no haber recibido la renta de ellas. Necesitando seis años de litigios para recuperarlas.
De la H. de Salamanca. 26
La lucha por controlar vasallos y tierra se desarrolla fundamentalmente en el ámbito civil, entre determinados nobles ambiciosos y sus adversarios, los representantes en el concejo del común de los vecinos. La postura del clero en estos conflictos suele pasar desapercibida, a pesar de que las maniobras de los usurpadores tenían que repercutir necesariamente tanto en su tarea pastoral como en sus intereses económicos.
Una de las prácticas habituales consistía en el despoblamiento de aldeas para fortalecer el núcleo señorial, lo que significaría la emigración forzosa de parroquianos y la pérdida de los ingresos del diezmo, la retribución ordinaria y casi única del clero rural. Se da como cierto que los despoblamientos afectaron a un nº limitado de lugares y que la mayor parte de las actuaciones no tuvieron un carácter tan radical. Frecuentemente los señores optan por ocupar terrenos baldíos o de aprovechamiento muy ocasional, o se dedican a correr los mojones para ampliar sus propiedades, lo que evidentemente, tenían unas repercusiones económicas para los habitantes llegando a dañar la estabilidad demográfica del poblado. Como consecuencia de ello se producía un trasvase del diezmo; lo que dejaba de percibir la pequeña iglesia rural en beneficio de la parroquia urbana en cuya circunscripción radicaban las casas del usurpador, pero eso no perjudicaba a la jerarquía eclesiástica.
Lo que si dio lugar a enfrentamientos mas duraderos fue la ocupación de propiedades eclesiásticas por personas poderosas que en ocasiones actuaban sin ningún título legal.
Uno de los pleitos más largos y complejos se desarrolla en torno a la herencia de Arias Díaz Maldonado, hijo del Arcediano de Toro que favorece a la catedral con una serie de propiedades, pero su primo Rodrigo Arias ocupa estas tierras alegando no haber recibido la renta de ellas. Necesitando seis años de litigios para recuperarlas.
De la H. de Salamanca. 26