También FERNAN NIETO, noble con influencias en Salamanca y C. Rodrigo protagoniza saqueos y desmanes en ambas diócesis. (Villoria, al lado de Buenamadre y Dehesa vieja), se le atribuye junto a su tío y otros once escuderos en 1.441, asalta el castillo de Hinojosa, que entonces pertenecía al prelado de C. Rodrigo y prende al alcaide y mayordomo, roban parte del diezmo, más de 2.000 fanegas de pan, más de 2.000 cántaros de vino, lana, lino y las arcas de las joyas, el oro, la plata, así como animales; vacas, caballos y cabras, percibidos en concepto de diezmos y primicias por la jerarquía eclesiástica.
No contento con su botín, Fernán Nieto ordenó que se reunieran los concejos del Abadengo y ocupó la jurisdicción temporal de toda la zona. Es excomulgado por el obispo junto con su tío y escuderos y advertidos que cualquier vecino de los campos del Camaces y Argañán tomara trato con ellos o recibiría la misma sanción canónica.
Fernán Nieto sabía que la Iglesia era una institución rica y por eso la sitúa en el punto de mira de sus aspiraciones, por lo que enfrentamiento con la iglesia fue constante y a pesar de las sentencias de excomunión y la intervención del papa Pio II no cedió los terrenos. Posteriormente en el S. XVI vuelvan a formar parte de la iglesia tras sucesivos pleitos. No es que se tratase de un caso aislado, era cosa frecuente, de acorde con los modos de vida de una época llena de violencia.
No siempre fueron los clérigos las víctimas, también ellos practicaban actos de fuerza al margen de la ley. Habría que cuestionarse incluso si esa ley y, sobre todo, la mentalidad que creaban, difundían y controlaban desde las obras teóricas hasta los púlpitos les favorecía de una manera absoluta que se convertía ella misma en un instrumento de coacción. Desde las primitivas donaciones hasta las limosnas de las órdenes mendicantes, y desde el diezmo tan bien justificado teóricamente como recaudado con toda disciplina, hasta las indulgencias, el clero logró montar un sistema de presión económica del que apenas se libraba ninguna familia, territorio o actividad.
De la H. de Salamanca. (27)
No contento con su botín, Fernán Nieto ordenó que se reunieran los concejos del Abadengo y ocupó la jurisdicción temporal de toda la zona. Es excomulgado por el obispo junto con su tío y escuderos y advertidos que cualquier vecino de los campos del Camaces y Argañán tomara trato con ellos o recibiría la misma sanción canónica.
Fernán Nieto sabía que la Iglesia era una institución rica y por eso la sitúa en el punto de mira de sus aspiraciones, por lo que enfrentamiento con la iglesia fue constante y a pesar de las sentencias de excomunión y la intervención del papa Pio II no cedió los terrenos. Posteriormente en el S. XVI vuelvan a formar parte de la iglesia tras sucesivos pleitos. No es que se tratase de un caso aislado, era cosa frecuente, de acorde con los modos de vida de una época llena de violencia.
No siempre fueron los clérigos las víctimas, también ellos practicaban actos de fuerza al margen de la ley. Habría que cuestionarse incluso si esa ley y, sobre todo, la mentalidad que creaban, difundían y controlaban desde las obras teóricas hasta los púlpitos les favorecía de una manera absoluta que se convertía ella misma en un instrumento de coacción. Desde las primitivas donaciones hasta las limosnas de las órdenes mendicantes, y desde el diezmo tan bien justificado teóricamente como recaudado con toda disciplina, hasta las indulgencias, el clero logró montar un sistema de presión económica del que apenas se libraba ninguna familia, territorio o actividad.
De la H. de Salamanca. (27)