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BARBADILLO: Los campesinos, organizados y encuadrados en las comunidades...

Los campesinos, organizados y encuadrados en las comunidades de aldea y en la red parroquial, como fórmulas básicas de convivencia, dispusieron de su propio trabajo y de sus explotaciones agrarias, con capacidad bastante ilimitada para heredar, donar, vender o cambiar su producción agrícola y su ganado.
En unos cuantos núcleos se terminaron por crear unos determinados órganos políticos que dentro del realengo, es decir, del espacio dependiente directamente de la corona, representaban los intereses de la monarquía y de otros grupos sociales próximos a ella, así como, con el paso del tiempo, de los “caballeros villanos”. Los concejos urbanos, que poco a poco pasaron a estar administrados por los caballeros villanos, terminaron por constituirse en una pieza clave del engranaje de la monarquía y los mismos jugaron un papel importantísimo en la articulación del espacio circundante.
La formación de estos concejos se realizó de forma homogénea en estos territorios recién conquistados y es cuando se comienza a identificar a estos órganos urbanos de poder. Estas instituciones ejercieron unas funciones políticas tanto en el espacio urbano como en el rural si bien los concejos “municipales” gozaron siempre de una relativa autonomía. Los vecinos de las villas o ciudades donde radicaba el concejo o una parte de los mismos, designaba al personal político que había de ejercer las funciones de gobierno. Sus órdenes debían ser acatadas tanto por el propio centro cabecero como por todos los habitantes de los pueblos que dependían de éste, por lo que las aldeas quedan subordinadas a las capitales, o mejor, al señorío colectivo de los caballeros que controlaban las instituciones concejiles, donde además un estatuto jurídico privilegiado para algunos grupos sociales, como la “exacción” de impuestos por lo que tuvo unas importantes repercusiones fiscales para una minoría dominante urbana y una mayoría dominada en la ciudad y en el campo.
Así pues, desde los comienzos, la pequeña producción, tanto agraria como artesanal se encontró fuertemente limitada, ya que a la afirmación de unos derechos útiles sobre la tierra y los oficios, adquiridos en un momento de la repoblación quedan relegados por el poder coercitivo de este grupo de poder al sustraerse parte de los excedentes. Si bien ese derecho le correspondía al rey, poco a poco fueron ejercidos por algunos grupos locales y por las nuevas jerarquías diocesanas.
Los primeros, aprovechando las necesidades de defensa como consecuencia de la inseguridad fronteriza cuyo grupo social hegemónico perteneciente a la “caballería villana” acumulando inmuebles y rebaños a los que hay que añadir el control del poder municipal. Los segundos, mediante el monopolio de la sanción ideológica de carácter religioso en un tiempo donde se convivía con otras minorías étnicas y religiosas (judíos y musulmanes). Estos clérigos también con exenciones fiscales y con posibilidad de excusar de tributo a sus allegados y dependientes. Tanto los guerreros como los clérigos participaron y controlaron las instancias colectivas de poder, lo cual favoreció su constitución como clase dominante. Esto les dio facultades para ejercer un control sobre la producción y la población.
De la H. de Salamanca (31)