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Poblamientos intercalares y nuevos poblamientos.- Desde mediados del S. XIII ya no tiene sentido el reparto masivo de tierras para atraer a nuevos colonizadores o incrementar la población existente. Desde los últimos años del reinado de Alfonso X, todos los concejos salmantinos, a excepción de los de C. Rodrigo y Salamanca se encuentran bajo la órbita de diversos señores. Durante este periodo los concejos urbanos toman diversas medidas que repercutieron en un sentido positivo en el mantenimiento de la población o la fundación de nuevas aldeas, como fue las ”viedas” es decir, las órdenes de protección municipal de la producción de los propios términos, impidiendo a la vez la entrada de otros productos procedentes de fuera de la jurisdicción.
Con la terminación de las guerras de conquista, los concejos urbanos salmantinos se vieron obligados a volcarse hacia el interior de sus propios términos, asegurándose algunos grupos de la antigua caballería villana un reparto jerarquizado de la renta social por lo que hubo necesidad de encontrar nuevas fórmulas capaces de conjugar la exacción de tributos dentro de un ámbito territorial cerrado y bien delimitado con la exención privilegiada y los constantes intentos de ampliación de la excusa.
A finales del S. XIII nuevos asentamientos se llevaron a cabo principalmente en zonas de señorío. Los problemas surgieron y se agrandaron cuando, establecido el señor e instalada allí la población, sus respectivos titulares pretendían aumentar sus rentas, facilitando mediante rebajas fiscales la llegada de más gente, la cual debía abandonar previamente sus lugares de origen dentro de la jurisdicción concejil o dentro de otras zonas señoriales. Sin duda, esta fue una de las causas de los conflictos en el seno mismo de las fracciones diferentes del grupo social hegemónico, enfrentamientos que se había pretendido evitar y regular mediante la creación de pequeños señoríos que habían supuesto la amputación de tierras y rentas al término concejil o a la jurisdicción de estos concejos urbanos.
Muchas de las nuevas aldeas fueron el fruto de una “colonización competitiva” pero llegó un momento sobre la segunda década del S. XIV, en que ni la nueva ocupación de nuevas tierras ni la rejerarquización de los asentamientos fueron suficientes para paliar la caída de ingresos y evitar los conflictos.
De la H. de Salamanca. 34
Con la terminación de las guerras de conquista, los concejos urbanos salmantinos se vieron obligados a volcarse hacia el interior de sus propios términos, asegurándose algunos grupos de la antigua caballería villana un reparto jerarquizado de la renta social por lo que hubo necesidad de encontrar nuevas fórmulas capaces de conjugar la exacción de tributos dentro de un ámbito territorial cerrado y bien delimitado con la exención privilegiada y los constantes intentos de ampliación de la excusa.
A finales del S. XIII nuevos asentamientos se llevaron a cabo principalmente en zonas de señorío. Los problemas surgieron y se agrandaron cuando, establecido el señor e instalada allí la población, sus respectivos titulares pretendían aumentar sus rentas, facilitando mediante rebajas fiscales la llegada de más gente, la cual debía abandonar previamente sus lugares de origen dentro de la jurisdicción concejil o dentro de otras zonas señoriales. Sin duda, esta fue una de las causas de los conflictos en el seno mismo de las fracciones diferentes del grupo social hegemónico, enfrentamientos que se había pretendido evitar y regular mediante la creación de pequeños señoríos que habían supuesto la amputación de tierras y rentas al término concejil o a la jurisdicción de estos concejos urbanos.
Muchas de las nuevas aldeas fueron el fruto de una “colonización competitiva” pero llegó un momento sobre la segunda década del S. XIV, en que ni la nueva ocupación de nuevas tierras ni la rejerarquización de los asentamientos fueron suficientes para paliar la caída de ingresos y evitar los conflictos.
De la H. de Salamanca. 34