LA IGLESIA Y EL ESTADO.- A) Diócesis, iglesias propias y monasterios.
La invasión musulmana supuso para la Iglesia quedar dividida en dos: la de los núcleos de resistencia en el norte y las iglesias mozárabes en los territorios musulmanes. La primera de ellas se irá reorganizando conforme avance la reconquista. La segunda mantendrá la disciplina visigoda y sus ritos litúrgicos, que se conocen como ritos mozárabes.
Al principio fue preciso que los temas eclesiásticos quedasen subsumidos en los generales del Estado sin apenas distinción, dada la dificultad de contactos de las iglesias entre si y de éstas con Roma. Esta asunción de temas espirituales llegó hasta el punto de que la misma Curia regia será la que tome las decisiones en materia eclesiástica: nombramientos de obispos, diócesis, iglesias, clero, etc. Fruto de esta unión surgirá el Regalismo o justificación del derecho del monarca a intervenir en aquellos problemas de la Iglesia relacionados con el Estado que pueden suponer un conflicto entre ambos. La actitud de los monarcas con respecto a las iglesias no deja de ser contradictoria pues al lado de la concesión de importantes mercedes y donaciones, aparecen las extorsiones, exacciones violentas y rapiñas que algunos soberanos realizaron en los tesoros de las iglesias. Con Alfonso VIII de Castilla se logra una cierta seguridad y tranquilidad para las iglesias al establecerse la inviolabilidad de sus bienes y al comprometerse a no tomar de sus bienes nada que no fuese cedido voluntariamente.
Conforme fue avanzando la reconquista del territorio se va restableciendo el sistema organizativo eclesiástico visigodo, consistente en dividir el territorio en diócesis, a cuya cabeza figuraba un obispo, que es la autoridad ordinaria. Ningún obispo fue nombrado contra la voluntad del monarca, desde el Concilio de Letrán (1139) los obispos son elegidos por los cabildos que solían contar con la aprobación del monarca no siendo inusual que fueran infantes o nobles los elegidos. Excepcionalmente el Papa designaba obispo sin intervención del cabildo (caso de Salamanca), lo que originaba tensiones entre el Papa y el monarca.
De Manual de H. y del Derecho. (40)
La invasión musulmana supuso para la Iglesia quedar dividida en dos: la de los núcleos de resistencia en el norte y las iglesias mozárabes en los territorios musulmanes. La primera de ellas se irá reorganizando conforme avance la reconquista. La segunda mantendrá la disciplina visigoda y sus ritos litúrgicos, que se conocen como ritos mozárabes.
Al principio fue preciso que los temas eclesiásticos quedasen subsumidos en los generales del Estado sin apenas distinción, dada la dificultad de contactos de las iglesias entre si y de éstas con Roma. Esta asunción de temas espirituales llegó hasta el punto de que la misma Curia regia será la que tome las decisiones en materia eclesiástica: nombramientos de obispos, diócesis, iglesias, clero, etc. Fruto de esta unión surgirá el Regalismo o justificación del derecho del monarca a intervenir en aquellos problemas de la Iglesia relacionados con el Estado que pueden suponer un conflicto entre ambos. La actitud de los monarcas con respecto a las iglesias no deja de ser contradictoria pues al lado de la concesión de importantes mercedes y donaciones, aparecen las extorsiones, exacciones violentas y rapiñas que algunos soberanos realizaron en los tesoros de las iglesias. Con Alfonso VIII de Castilla se logra una cierta seguridad y tranquilidad para las iglesias al establecerse la inviolabilidad de sus bienes y al comprometerse a no tomar de sus bienes nada que no fuese cedido voluntariamente.
Conforme fue avanzando la reconquista del territorio se va restableciendo el sistema organizativo eclesiástico visigodo, consistente en dividir el territorio en diócesis, a cuya cabeza figuraba un obispo, que es la autoridad ordinaria. Ningún obispo fue nombrado contra la voluntad del monarca, desde el Concilio de Letrán (1139) los obispos son elegidos por los cabildos que solían contar con la aprobación del monarca no siendo inusual que fueran infantes o nobles los elegidos. Excepcionalmente el Papa designaba obispo sin intervención del cabildo (caso de Salamanca), lo que originaba tensiones entre el Papa y el monarca.
De Manual de H. y del Derecho. (40)