Usurpadores.- Durante la época Trastámara, sobre todo en el S. XV y en todo el reino fueron frecuentes los conflictos y disputas legales por las usurpaciones de tierras y jurisdicciones. Nobles de primer rango y, más a menudo, caballeros locales, hicieron uso de su potencia y a veces de su impunidad para apropiarse de lugares o de bienes raíces que siempre procedían de bienes comunales de los concejos. Tales bienes se vieron agredidos y amenazados, en tal grado que para los concejos o los vecinos, se hizo necesario frecuentemente recurrir a la justicia, por lo que el rey enviaba a sus representantes los pesquisidores.
En 1.432 las Cortes de Zamora y 1.433 las de Madrid dan la voz de alarma sobre la pérdida de bienes comunales de los concejos de la corona y sobre la impotencia de estos para enfrentarse por sí solos a los usurpadores.
Una de las familias más destacadas en la usurpación de lo ajeno fue la de los Tejeda. La táctica era, si la justicia no lo impedía, fortalecer un lugar, cabeza de un pequeño señorío, despoblando las aldeas próximas y forzando a la población a acudir a él. La sensación de impotencia por la ausencia de justicia era tan notoria que algunos vecinos, ante la inoperancia del concejo, prefería caer bajo la tutela del señor de la villa más cercano y con intereses en la zona. En algunos casos las autoridades reales lograron devolver lo usurpado a los concejos pero la población estaba aterrada en algunos lugares ya que los señores imponían su ley usurpando la jurisdicción e imponían horca, cepos o designaban alcaldes así como construcción de fortalezas.
Otro usurpador famoso fue Enrique Enríquez, esposo de doña Mª la Brava, la de la conocida venganza contra los Manzano. Los Enrique militaban destacadamente en el bando de San Martín. A mediados del S. XV era regidor del Concejo de Salamanca. Por trueque de varios lugares pretende hacer un señorío con sede en Villalba de los Llanos, (Garcivelasco) que tan solo contaba con diez o doce familias, ampliando el término a golpe de acciones prepotentes, aterrorizando a los habitantes de las aldeas próximas e invadiendo los terrenos comunales con los ganados de los habitantes de Villalba. Dada su influencia en la ciudad, la justicia no acudía a los lugares atacados, por lo que los campesinos de los alrededores, cuyos cultivos y pastizales eran agredidos por los habitantes de Villaba, se vieron obligados a buscar protección en las tierras del señorío de D. Enrique Enríquez. Es decir, se sometieron a él, engrandeciendo éste su señorío de Villalba.
Gómez de Benavides hizo lo mismo en la zona de San Muñoz y Matilla.
Diego de Solís usurpa Casasola al concejo salmantino, etc..
De la H. de Salamanca (45)
En 1.432 las Cortes de Zamora y 1.433 las de Madrid dan la voz de alarma sobre la pérdida de bienes comunales de los concejos de la corona y sobre la impotencia de estos para enfrentarse por sí solos a los usurpadores.
Una de las familias más destacadas en la usurpación de lo ajeno fue la de los Tejeda. La táctica era, si la justicia no lo impedía, fortalecer un lugar, cabeza de un pequeño señorío, despoblando las aldeas próximas y forzando a la población a acudir a él. La sensación de impotencia por la ausencia de justicia era tan notoria que algunos vecinos, ante la inoperancia del concejo, prefería caer bajo la tutela del señor de la villa más cercano y con intereses en la zona. En algunos casos las autoridades reales lograron devolver lo usurpado a los concejos pero la población estaba aterrada en algunos lugares ya que los señores imponían su ley usurpando la jurisdicción e imponían horca, cepos o designaban alcaldes así como construcción de fortalezas.
Otro usurpador famoso fue Enrique Enríquez, esposo de doña Mª la Brava, la de la conocida venganza contra los Manzano. Los Enrique militaban destacadamente en el bando de San Martín. A mediados del S. XV era regidor del Concejo de Salamanca. Por trueque de varios lugares pretende hacer un señorío con sede en Villalba de los Llanos, (Garcivelasco) que tan solo contaba con diez o doce familias, ampliando el término a golpe de acciones prepotentes, aterrorizando a los habitantes de las aldeas próximas e invadiendo los terrenos comunales con los ganados de los habitantes de Villalba. Dada su influencia en la ciudad, la justicia no acudía a los lugares atacados, por lo que los campesinos de los alrededores, cuyos cultivos y pastizales eran agredidos por los habitantes de Villaba, se vieron obligados a buscar protección en las tierras del señorío de D. Enrique Enríquez. Es decir, se sometieron a él, engrandeciendo éste su señorío de Villalba.
Gómez de Benavides hizo lo mismo en la zona de San Muñoz y Matilla.
Diego de Solís usurpa Casasola al concejo salmantino, etc..
De la H. de Salamanca (45)