En la formación de los linajes y bandos estaría en la escala más pequeña la familia del caballero (hijos y parientes directos, consanguíneos o enlazados por matrimonio). Las clientelas estarían compuestas por criados, acostados u hombres armados adheridos al grupo de parientes.
El linaje propiamente dicho serían ya agrupamientos familiares que se identificaban con un mismo apellido, lazos biológicos y artificiales, herencia y conveniencia se mezclaban y coexistían arrastrando las lealtades de las clientelas allegadas que seguían a sus unidades mas celulares. El agrupamiento de varias superfamilias es lo que dio lugar a los bandos-linajes dando lugar a los dos partidos. San Benito frente a San Martín (o Sto Tomé) en Salamanca; los Pachecho frente a los Garcilópez de Chaves en C. R.; los Fernán García o San Miguel frente a los de Sta. Clara en Alba de Tormes.
En las “Ordenanzas de Sotosalbos” otorgadas a Salamanca en 1.390 por Juan I se reconoce la existencia de los bandos-linaje y el reparto de los oficios públicos entre ambos de forma equilibrada. No siempre con acuerdo por lo que hubo fricciones y enfrentamientos entre ellos. A lo que se añaden las circunstancias exteriores como el apoyo a la guerra entre Alvaro de Luna y los Infantes de Aragón.
Un nuevo brote, durante el reinado de Enrique IV, fue de agudos enfrentamientos en Salamanca pues en 1.463 muchos caballeros se declararon contrarios a Enrique IV apoyando a su hermano Alfonso. San Benito apoyó la causa de éste. Los de San Martín se alinearon con Enrique.
En aquellos años ocurre un desagradable suceso (1.464-65) la muerte de dos hermanos de 18 y 19 años, hijos de Enrique Enríquez y María de Monroy a manos de los Manzano. Una riña por juegos y porfías que acabó llegando a las armas. Los Manzano huyeron a Portugal. La venganza de María Monroy no se hizo esperar (su marido Enrique había muerto). Dándoles alcance en Portugal mandó a sus criados cortarles la cabeza, trayéndolas a Salamanca las depositó en la tumba de sus hijos, siendo conocida posteriormente con el nombre de María la Brava.
Durante el reinado de los R. C. destaca la injerencia del Conde de Alba en la ciudad al ponerse del lado Isabelino, entrando en pugna con los Estúñiga, las dos potencias regionales en la zona salmantina.
La pacificación de los Bandos llega con el reinado de Isabel y Fernando que afianza la monarquía frente a la debilidad de los reyes anteriores. A lo largo de este S. XV hubo asesinatos, heridos graves, agresiones, ataques nocturnos, duelos callejeros y manifestaciones afines tanto de un bando como del otro.
Se nacía ya alineado a un Bando, según el apellido se pertenecía a un linaje. Los odios entre bandos se heredaban. Las redes de lealtades, amistades y clientelismo, unidas al parentesco se dejaban ver por doquier.
De la H. de Salamanca. (47)
El linaje propiamente dicho serían ya agrupamientos familiares que se identificaban con un mismo apellido, lazos biológicos y artificiales, herencia y conveniencia se mezclaban y coexistían arrastrando las lealtades de las clientelas allegadas que seguían a sus unidades mas celulares. El agrupamiento de varias superfamilias es lo que dio lugar a los bandos-linajes dando lugar a los dos partidos. San Benito frente a San Martín (o Sto Tomé) en Salamanca; los Pachecho frente a los Garcilópez de Chaves en C. R.; los Fernán García o San Miguel frente a los de Sta. Clara en Alba de Tormes.
En las “Ordenanzas de Sotosalbos” otorgadas a Salamanca en 1.390 por Juan I se reconoce la existencia de los bandos-linaje y el reparto de los oficios públicos entre ambos de forma equilibrada. No siempre con acuerdo por lo que hubo fricciones y enfrentamientos entre ellos. A lo que se añaden las circunstancias exteriores como el apoyo a la guerra entre Alvaro de Luna y los Infantes de Aragón.
Un nuevo brote, durante el reinado de Enrique IV, fue de agudos enfrentamientos en Salamanca pues en 1.463 muchos caballeros se declararon contrarios a Enrique IV apoyando a su hermano Alfonso. San Benito apoyó la causa de éste. Los de San Martín se alinearon con Enrique.
En aquellos años ocurre un desagradable suceso (1.464-65) la muerte de dos hermanos de 18 y 19 años, hijos de Enrique Enríquez y María de Monroy a manos de los Manzano. Una riña por juegos y porfías que acabó llegando a las armas. Los Manzano huyeron a Portugal. La venganza de María Monroy no se hizo esperar (su marido Enrique había muerto). Dándoles alcance en Portugal mandó a sus criados cortarles la cabeza, trayéndolas a Salamanca las depositó en la tumba de sus hijos, siendo conocida posteriormente con el nombre de María la Brava.
Durante el reinado de los R. C. destaca la injerencia del Conde de Alba en la ciudad al ponerse del lado Isabelino, entrando en pugna con los Estúñiga, las dos potencias regionales en la zona salmantina.
La pacificación de los Bandos llega con el reinado de Isabel y Fernando que afianza la monarquía frente a la debilidad de los reyes anteriores. A lo largo de este S. XV hubo asesinatos, heridos graves, agresiones, ataques nocturnos, duelos callejeros y manifestaciones afines tanto de un bando como del otro.
Se nacía ya alineado a un Bando, según el apellido se pertenecía a un linaje. Los odios entre bandos se heredaban. Las redes de lealtades, amistades y clientelismo, unidas al parentesco se dejaban ver por doquier.
De la H. de Salamanca. (47)