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BARBADILLO: La religión y la sangre: La presencia de los eclesiásticos...

La religión y la sangre: La presencia de los eclesiásticos fue significativa sobre todo en los centros urbanos y en las villas más importantes de la provincia, y su influencia política, económica y educativa ayudan a comprender mejor el desarrollo histórico de la provincia salmantina.
Entre religiosos y religiosas de voto y órdenes sagradas, en los que se incluían criados, criadas y estudiantes, un total de 1.573 personas de ambos sexos se hallaban vinculadas a los 40 conventos existentes en la ciudad de Salamanca. Así como 9 conventos en Ciudad Rodrigo. Tres en Béjar, etc. Esta importante población eclesiástica, junto con los canónigos de los cabildos de Plasencia, Ciudad Rodrigo y Salamanca, acumuló durante los siglos modernos un importante patrimonio, convirtiéndose en auténticos señores. Una de las principales fuentes de ingresos en la que se apoyó la formación de los patrimonios fue el conjunto de derechos decimales. (DIEZMOS)
El Obispo Fray Diego de Deza en el verano de 1497 en la constitución 46 del Sínodo que se celebró en Salamanca, justifica esta obligación de cumplir tanto por los cristianos como por los no cristianos de pagar el diezmo y la primicia, de igual manera que ya lo habían justificado anteriormente en otros Sínodos.
Y a fe mía que lo justifica muy, pero que muy bien.- “Nuestro Señor Dios, criador del cielo e de la tierra, quiso usar con el hombre de tan gran libaralidad, que todas las cosas que su Magestad en este mundo criadas y hechas avía, quiso e mandó que fuesen para el uso e servicio del hombre, de lo qual reservó para sí e a su sancta Yglesia e para los clérigos e ministros de aquella los diezmos e primicias de todos los frutos de la tierra, e que fuesen para subvención e sustentación de dichos clérigos, pues a ellos encomendó la guarda e custodia de su sancta Yglesia e administración de los sanctos sacramentos para los fieles christianos, que son camino e puerta para ellos entrar en el reyno celestial”.
Bajo pena de excomunión mayor a los salmantinos que no pagasen y a los sacerdotes que absolviesen los pecados de fraude y de ocultación, el obispo ordenaba que junto a cada iglesia se edificase una casa, “cilla” donde se recogiesen los beneficios. Los “cilleros” o personas encargadas de la recaudación tenían una llave y otra el eclesiástico de la parroquia para evitar fraudes. La forma de defraudar el diezmo era arrendando el eclesiástico las tierras de la iglesia a particulares, así no pagaban diezmo por proceder de una tierra exenta del mismo.
De la Hª de Salamanca. (58)