Como villa a destacar Béjar, que siendo una pequeña población al inicio del S. XVI, gracias a la iniciativa de los Duques de Béjar y su visión de futuro al instalar en ella la artesanía textil mediante concurso de técnicos flamencos, mejorando su influencia más allá de su entorno inmediato.
Otras villas como Alba de Tormes, Ledesma, Peñaranda, Cantalapiedra así como Vitigudino, Miranda del Castañar, Vilvestre, Aldeadávila, San Martín del Castañar y Cordovilla, etc. La pujanza de las villas fue desigual, el estar alejadas de las principales vías de acceso y en terreno escarpado dificultaba el desarrollo de una población tanto como estar bordeada por un río caudaloso y sin puente que facilitara la travesía. Además, el desarrollo de las poblaciones salmantinas de todos los tamaños y condiciones se vio coartado por el empobrecimiento campesino, sobre todo desde que en el S. XVII se generalizó la crisis económica y demográfica, y también por el absentismo de la nobleza.
La aldea era la forma de poblamiento básica en el mundo rural. La mayoría de la población rural vivía en aldeas de extensión reducida, llamados “lugares”. El núcleo habitado de la aldea estaba constituido por la iglesia, unas pocas de casas y las construcciones propias de la actividad agraria o ganadera a la que cada una de ellas estuviera orientada. A su alrededor se extendían los huertos, las tierras de labor, los pastos y el monte comunal.
En la zona Centro de la provincia aparecieron los villares y dehesas como formas de poblamiento mas reducido.
Los habitantes de estas aldeas y villares eran, en su mayoría, campesinos que se dedicaban a la agricultura y a la ganadería, aunque con matices según las zonas, pues también los hubo que complementaron estas actividades con otras artesanales y de intercambio de productos. Pero en casi todas ellas, la vida diaria estuvo completamente mediatizada por las labores del campo, que establecían la hora de levantarse, la de las comidas, el lugar y la manera en que se hacían estas. La distribución de los momentos de ocio, etc. Todo estaba condicionado por la siembra o la recogida de lo sembrado; las fiestas religiosas reforzaban este calendario, y la vida de los aldeanos discurría bajo un ritmo apacible, alterado tan sólo por los acontecimientos inesperados que afectaban a las cosechas y a los ganados, o a los mismos campesinos.
De la Hª de Salamanca. (60
Otras villas como Alba de Tormes, Ledesma, Peñaranda, Cantalapiedra así como Vitigudino, Miranda del Castañar, Vilvestre, Aldeadávila, San Martín del Castañar y Cordovilla, etc. La pujanza de las villas fue desigual, el estar alejadas de las principales vías de acceso y en terreno escarpado dificultaba el desarrollo de una población tanto como estar bordeada por un río caudaloso y sin puente que facilitara la travesía. Además, el desarrollo de las poblaciones salmantinas de todos los tamaños y condiciones se vio coartado por el empobrecimiento campesino, sobre todo desde que en el S. XVII se generalizó la crisis económica y demográfica, y también por el absentismo de la nobleza.
La aldea era la forma de poblamiento básica en el mundo rural. La mayoría de la población rural vivía en aldeas de extensión reducida, llamados “lugares”. El núcleo habitado de la aldea estaba constituido por la iglesia, unas pocas de casas y las construcciones propias de la actividad agraria o ganadera a la que cada una de ellas estuviera orientada. A su alrededor se extendían los huertos, las tierras de labor, los pastos y el monte comunal.
En la zona Centro de la provincia aparecieron los villares y dehesas como formas de poblamiento mas reducido.
Los habitantes de estas aldeas y villares eran, en su mayoría, campesinos que se dedicaban a la agricultura y a la ganadería, aunque con matices según las zonas, pues también los hubo que complementaron estas actividades con otras artesanales y de intercambio de productos. Pero en casi todas ellas, la vida diaria estuvo completamente mediatizada por las labores del campo, que establecían la hora de levantarse, la de las comidas, el lugar y la manera en que se hacían estas. La distribución de los momentos de ocio, etc. Todo estaba condicionado por la siembra o la recogida de lo sembrado; las fiestas religiosas reforzaban este calendario, y la vida de los aldeanos discurría bajo un ritmo apacible, alterado tan sólo por los acontecimientos inesperados que afectaban a las cosechas y a los ganados, o a los mismos campesinos.
De la Hª de Salamanca. (60