Los que influyeron en nuestra Historia.
Un ámbito señorial y un ámbito realengo.- Un nutrido grupo de villas salmantinas (Béjar, Ledesma, Alba de Tormes, Miranda del Castañar, San Martín del Castañar, Peñaranda, Cantalapiedra y Vilvestre) no dependían del rey en la administración de justicia, en la recaudación de impuestos y en la elaboración de las ordenanzas municipales, sino que, en todos estos importantes aspectos, estaban sometidos a un noble, laico o eclesiástico, al que el rey había concedido estas prerrogativas por diferentes motivos. Por esta razón, durante la Edad Moderna, en nuestra provincia existieron dos jurisdicciones y dos tipos de habitantes; Los de señorío y los de realengo.
Los habitantes de las aldeas sometidas a señorío dependían del señor titular del lugar. Este solía hacer notar su presencia mediante el cobro de impuestos que era una fuente de ingresos para el señor. Por regla general todos los señores actuaron sobre sus tierras con un talante de señores feudales e incluso en la utilización de ceremonias y símbolos. Era tradicional que, al iniciar su mandato, cada nuevo señor confirmara los privilegios, usos y costumbres de su señorío. En el caso de Ledesma; los regidores “de rodilla por el suelo” besaban las manos del Conde por la merced que les hacía al confirmarles los privilegios de la Villa. En el Ducado de Béjar, allá por el S. XVII, por los lugares de Valero, Endrinal, Los Santos, Frades y Tornadizo (aldeas que luego formaron el Marquesado de Valero) el Duque, al tomar posesión de las mismas, mandó levantar una “horca, azote y cuchillo” en la Plaza de cada pueblo, condenando a la pena de muerte a todo aquel que derribara tanto la horca como el escudo de armas del Ducado que había colocado cobre cada Casa Concejil.
Ante los abusos señoriales, los vecinos solían presentar defensa acudiendo al amparo del Rey, aunque la mayoría de las veces el abuso persistía. Sin embargo tenemos ejemplos como el de los vecinos de Babilafuente que en el S. XVIII se levantaron contra el administrador del Duque de Alba, acusándole de haber sacado cantidades de trigo abusivas, precisamente en una época de gran necesidad general. El enfado de los vecinos llegó a tal extremo que quemaron parte de los enseres del Palacio Ducal. Los que declararon como culpables fueron llevados a presidio.
Sin embargo también hay que destacar la visión de futuro que tuvieron los Duques de Béjar, que promovieron la venida de 6 maestros flamencos en 1691 “para ejecutar las fábricas de paños y enseñar su manufactura a los naturales” poniendo las bases de la industria textil de la Villa.
De la Hª de Salamanca. (62) Rober
Un ámbito señorial y un ámbito realengo.- Un nutrido grupo de villas salmantinas (Béjar, Ledesma, Alba de Tormes, Miranda del Castañar, San Martín del Castañar, Peñaranda, Cantalapiedra y Vilvestre) no dependían del rey en la administración de justicia, en la recaudación de impuestos y en la elaboración de las ordenanzas municipales, sino que, en todos estos importantes aspectos, estaban sometidos a un noble, laico o eclesiástico, al que el rey había concedido estas prerrogativas por diferentes motivos. Por esta razón, durante la Edad Moderna, en nuestra provincia existieron dos jurisdicciones y dos tipos de habitantes; Los de señorío y los de realengo.
Los habitantes de las aldeas sometidas a señorío dependían del señor titular del lugar. Este solía hacer notar su presencia mediante el cobro de impuestos que era una fuente de ingresos para el señor. Por regla general todos los señores actuaron sobre sus tierras con un talante de señores feudales e incluso en la utilización de ceremonias y símbolos. Era tradicional que, al iniciar su mandato, cada nuevo señor confirmara los privilegios, usos y costumbres de su señorío. En el caso de Ledesma; los regidores “de rodilla por el suelo” besaban las manos del Conde por la merced que les hacía al confirmarles los privilegios de la Villa. En el Ducado de Béjar, allá por el S. XVII, por los lugares de Valero, Endrinal, Los Santos, Frades y Tornadizo (aldeas que luego formaron el Marquesado de Valero) el Duque, al tomar posesión de las mismas, mandó levantar una “horca, azote y cuchillo” en la Plaza de cada pueblo, condenando a la pena de muerte a todo aquel que derribara tanto la horca como el escudo de armas del Ducado que había colocado cobre cada Casa Concejil.
Ante los abusos señoriales, los vecinos solían presentar defensa acudiendo al amparo del Rey, aunque la mayoría de las veces el abuso persistía. Sin embargo tenemos ejemplos como el de los vecinos de Babilafuente que en el S. XVIII se levantaron contra el administrador del Duque de Alba, acusándole de haber sacado cantidades de trigo abusivas, precisamente en una época de gran necesidad general. El enfado de los vecinos llegó a tal extremo que quemaron parte de los enseres del Palacio Ducal. Los que declararon como culpables fueron llevados a presidio.
Sin embargo también hay que destacar la visión de futuro que tuvieron los Duques de Béjar, que promovieron la venida de 6 maestros flamencos en 1691 “para ejecutar las fábricas de paños y enseñar su manufactura a los naturales” poniendo las bases de la industria textil de la Villa.
De la Hª de Salamanca. (62) Rober