A MI PUEBLO
La envidia, terrible enemigo de la vida apacible de los pueblos.
Copio una frase de Unamuno en su libro por tierras de Portugal y de España en un capítulo refiriéndose a la ciudad de Ávila. La holganza, base y germen de muchos desvaríos que emponzoñan el alma. La envidia y avaricia cabalgan de la misma mano en las mentes pobres de espíritu incapaces de complacerse con la ventura ajena.
Nuestros pueblos ante el agotamiento de sus recursos humanos, que paralizan el dinamismo de otros tiempos, donde la memoria apenas alcanza para recordar sus tradiciones y entroncamientos familiares, base de su supervivencia como grupo y seña de identidad, si no saben ser germen de cooperación entre sus gentes se verán estrangulados en su propio corsé individualista que hará agonizar de forma solitaria los últimos bastiones de lo que fue un sistema de vida.
Recuerdo cuando la vuelta al pueblo se convertía en refrescar sabores y acariciar juegos de la infancia, el volver a sentir el griterío del resto de compañeros de juego y aquel inicio de juventud alejado de los renglones torcidos de la vida que el futuro nos deparaba.
Hoy día camina uno atravesado por el espíritu agónico de todo lo que falta. Las calles son las mismas pero su dinamismo, su llenado por gentes y animales que compartían vida y oficio están ausentes. Sus espectros lejanos parecen acecharnos tras las esquinas para acompañarnos en los solitarios paseos que acompañan nuestros pasos.
De forma casi ocasional, alguna persona las pasea como antorchas de vida que van alumbrando la penumbra silenciosa en que se han convertido sus calles.
Grito por ti Barbadillo y por todos esos pueblos que han donado su vida y su gente a otros lugares más agraciados por los planes gubernamentales en aras de la economía. Esa economía que alimenta el orgullo de otros pueblos a costa de tu sacrificio, de tu agonía.
Barbadillo, te aseguro que no es envidia lo que siento. Me da igual lo que tengan otros lugares, pero te quiero vivo. Vivo y que la historia no te convierta solo en un simple recuerdo.
A mi pueblo, a punto de cumplir mis 65. Un saludo. Rober
La envidia, terrible enemigo de la vida apacible de los pueblos.
Copio una frase de Unamuno en su libro por tierras de Portugal y de España en un capítulo refiriéndose a la ciudad de Ávila. La holganza, base y germen de muchos desvaríos que emponzoñan el alma. La envidia y avaricia cabalgan de la misma mano en las mentes pobres de espíritu incapaces de complacerse con la ventura ajena.
Nuestros pueblos ante el agotamiento de sus recursos humanos, que paralizan el dinamismo de otros tiempos, donde la memoria apenas alcanza para recordar sus tradiciones y entroncamientos familiares, base de su supervivencia como grupo y seña de identidad, si no saben ser germen de cooperación entre sus gentes se verán estrangulados en su propio corsé individualista que hará agonizar de forma solitaria los últimos bastiones de lo que fue un sistema de vida.
Recuerdo cuando la vuelta al pueblo se convertía en refrescar sabores y acariciar juegos de la infancia, el volver a sentir el griterío del resto de compañeros de juego y aquel inicio de juventud alejado de los renglones torcidos de la vida que el futuro nos deparaba.
Hoy día camina uno atravesado por el espíritu agónico de todo lo que falta. Las calles son las mismas pero su dinamismo, su llenado por gentes y animales que compartían vida y oficio están ausentes. Sus espectros lejanos parecen acecharnos tras las esquinas para acompañarnos en los solitarios paseos que acompañan nuestros pasos.
De forma casi ocasional, alguna persona las pasea como antorchas de vida que van alumbrando la penumbra silenciosa en que se han convertido sus calles.
Grito por ti Barbadillo y por todos esos pueblos que han donado su vida y su gente a otros lugares más agraciados por los planes gubernamentales en aras de la economía. Esa economía que alimenta el orgullo de otros pueblos a costa de tu sacrificio, de tu agonía.
Barbadillo, te aseguro que no es envidia lo que siento. Me da igual lo que tengan otros lugares, pero te quiero vivo. Vivo y que la historia no te convierta solo en un simple recuerdo.
A mi pueblo, a punto de cumplir mis 65. Un saludo. Rober