El Mariquelo, la caldereta y la buena vecindad para los pocos que aun se resiste al abandono de una fiesta que fue emblema del pueblo. El Corpus era el inicio del verano donde los campos ya llamaban la atención de los segadores para el inicio de esa recolección masiva del fruto de la tierra. Un día que unía a todos y hacía partícipes tanto del boato de la ceremonia religiosa como del desafío de pelota y los bailes tradicionales. Día en que los bares eran centros masivos de reunión de gentes y llenos de salón de baile donde los jóvenes aprovechaban las oportunidades de tan gran festividad. Dos días seguidos. Corpus y corpitos como decíamos antiguamente eran unos días donde relucían los nuevos vestidos comprados para la ocasión.
No podemos seguir comparando el ayer con el presente, que los jóvenes disfruten con la ilusión que en otro tiempo lo hicimos nosotros.
No podemos seguir comparando el ayer con el presente, que los jóvenes disfruten con la ilusión que en otro tiempo lo hicimos nosotros.