El Quinto Hombre. De Ramiro Feijoo.
Manso fue un activista en pro de los jornaleros del campo. Una referencia para todos aquellos desheredados que clamaban unas mejoras salariales para poder remediar la pobreza (por no decir miseria) que campaba en muchas de sus casas.
Hagamos un poco de historia para intentar ver la evolución de aquellos tiempos.
Como consecuencia de la bajada de precios del grano (finales del S. XIX), los grandes propietarios, a causa del descenso de sus rentas, dejan de ver a sus arrendatarios como una fuente segura de ingresos y aún menos de beneficios, por lo que utilizan todos los mecanismos de desahucio contra los arrendatarios con el objetivo de vender sus tierras.
Muchos de esos contratos arrendatarios se habían realizado con todo un pueblo, por lo que parte de las expulsiones acabaron siendo masivas, unas veces por la Guardia Civil y otras a las bravas, como en Anaya de Huebra cuando el marqués incendió las casas de los colonos para acelerar el proceso.
Durante las primeras décadas del S. XX, la provincia de Salamanca pierde más de 100.000 habitantes que emigraron principalmente a América. A ello también contribuye la plaga de la filoxera sobre las vides con lo que el paro aumento enormemente y con él la pobreza y la conflictividad social.
La esperanza de todo este ejército de desesperados se puso en la Reforma Agraria, siendo, durante la República, un diputado de la Derecha Liberal, Marcos Escribano, el encargado de defender la inclusión de nuestra provincia en dicha reforma.
Marcos Escribano cifraba el latifundismo en Salamanca de tal forma: 20 pueblos en una sola mano, 129 fincas de 105.000 hectáreas en manos de la nobleza; otras 205.000 hectáreas en menos de 68 propietarios.
Pero a finales de 1935 la reforma dejaba mucho que desear en la consecución de objetivos, tan sólo 10 fincas ocupadas sin indemnización, 6 ocupadas temporalmente por nueve años y 11 propietarios afectados.
Su lucha fue tan comprometida que, en las negociaciones entre la patronal agraria y los delegados del gobierno para resolver los conflictos en la aplicación de la nueva legislación laboral, los patronos exigían la exclusión en las negociaciones de los delegados sindicales, y en especial de Manso. Su respuesta fue la publicación de un periódico sindical: Tierra y trabajo.
Ya tenemos el representante de la primera vía. La lucha por las reivindicaciones de los trabajadores del campo.
Un saludo. Rober
Manso fue un activista en pro de los jornaleros del campo. Una referencia para todos aquellos desheredados que clamaban unas mejoras salariales para poder remediar la pobreza (por no decir miseria) que campaba en muchas de sus casas.
Hagamos un poco de historia para intentar ver la evolución de aquellos tiempos.
Como consecuencia de la bajada de precios del grano (finales del S. XIX), los grandes propietarios, a causa del descenso de sus rentas, dejan de ver a sus arrendatarios como una fuente segura de ingresos y aún menos de beneficios, por lo que utilizan todos los mecanismos de desahucio contra los arrendatarios con el objetivo de vender sus tierras.
Muchos de esos contratos arrendatarios se habían realizado con todo un pueblo, por lo que parte de las expulsiones acabaron siendo masivas, unas veces por la Guardia Civil y otras a las bravas, como en Anaya de Huebra cuando el marqués incendió las casas de los colonos para acelerar el proceso.
Durante las primeras décadas del S. XX, la provincia de Salamanca pierde más de 100.000 habitantes que emigraron principalmente a América. A ello también contribuye la plaga de la filoxera sobre las vides con lo que el paro aumento enormemente y con él la pobreza y la conflictividad social.
La esperanza de todo este ejército de desesperados se puso en la Reforma Agraria, siendo, durante la República, un diputado de la Derecha Liberal, Marcos Escribano, el encargado de defender la inclusión de nuestra provincia en dicha reforma.
Marcos Escribano cifraba el latifundismo en Salamanca de tal forma: 20 pueblos en una sola mano, 129 fincas de 105.000 hectáreas en manos de la nobleza; otras 205.000 hectáreas en menos de 68 propietarios.
Pero a finales de 1935 la reforma dejaba mucho que desear en la consecución de objetivos, tan sólo 10 fincas ocupadas sin indemnización, 6 ocupadas temporalmente por nueve años y 11 propietarios afectados.
Su lucha fue tan comprometida que, en las negociaciones entre la patronal agraria y los delegados del gobierno para resolver los conflictos en la aplicación de la nueva legislación laboral, los patronos exigían la exclusión en las negociaciones de los delegados sindicales, y en especial de Manso. Su respuesta fue la publicación de un periódico sindical: Tierra y trabajo.
Ya tenemos el representante de la primera vía. La lucha por las reivindicaciones de los trabajadores del campo.
Un saludo. Rober