Mil quinientos veintiuno, en abril para más señas …. (I)
Falta un año para que se cumpla el cuarto centenario de una de las batallas más decisivas para la corona de Castilla, la derrota de la tropas comuneras. Unas tropas que defendían los derechos de sus ciudades frente a la imposición arbitraria de un mandamás al que veían como extranjero.
El capricho del destino quiso que fuese éste y no otro, borrando de un plumazo, con la visita de la parca, los anteriores candidatos en la línea sucesoria. Enfermedades y partos jugaron con fuerza implacable para que Carlos ostentase la corona de unos reinos de los que tan solo tenía referencia de ellos por las misivas que llegaban a la corte de Flandes.
La corona castellana, harta de ver sus arcas vacías en pro de unos intereses imperiales que no le iba ni venía, forma la liga de comunidades para hacer frente a tales tropelías.
Pero el ímpetu de los más exaltados les lleva a proponer el derrocamiento de la monarquía. Ante tales pretensiones, gallegos y andaluces abandonan, quedando prácticamente solo un grupo de villas y ciudades castellanas las que deciden presentar batalla a las huestes reales.
La falta de un mando único y la indecisión de Padilla en el traslado de sus tropas desde Torrelobatón a la villa de Toro hicieron que las tropas realistas tuviesen la oportunidad de pillarles a campo abierto sin ninguna organización y hallarse con la victoria. La consecuencia inmediata ya la sabemos, la decapitación en Villalar de los jefes de la sublevación, pero la consecuencia histórica fue la subyugación de la corona de Castilla a los intereses de un monarca que en principio ni conocía su lengua.
Falta un año para que se cumpla el cuarto centenario de una de las batallas más decisivas para la corona de Castilla, la derrota de la tropas comuneras. Unas tropas que defendían los derechos de sus ciudades frente a la imposición arbitraria de un mandamás al que veían como extranjero.
El capricho del destino quiso que fuese éste y no otro, borrando de un plumazo, con la visita de la parca, los anteriores candidatos en la línea sucesoria. Enfermedades y partos jugaron con fuerza implacable para que Carlos ostentase la corona de unos reinos de los que tan solo tenía referencia de ellos por las misivas que llegaban a la corte de Flandes.
La corona castellana, harta de ver sus arcas vacías en pro de unos intereses imperiales que no le iba ni venía, forma la liga de comunidades para hacer frente a tales tropelías.
Pero el ímpetu de los más exaltados les lleva a proponer el derrocamiento de la monarquía. Ante tales pretensiones, gallegos y andaluces abandonan, quedando prácticamente solo un grupo de villas y ciudades castellanas las que deciden presentar batalla a las huestes reales.
La falta de un mando único y la indecisión de Padilla en el traslado de sus tropas desde Torrelobatón a la villa de Toro hicieron que las tropas realistas tuviesen la oportunidad de pillarles a campo abierto sin ninguna organización y hallarse con la victoria. La consecuencia inmediata ya la sabemos, la decapitación en Villalar de los jefes de la sublevación, pero la consecuencia histórica fue la subyugación de la corona de Castilla a los intereses de un monarca que en principio ni conocía su lengua.