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BARBADILLO: Los toros de Carrascalino eran plato obligado en nuestras...

Los toros de Carrascalino eran plato obligado en nuestras fiestas patronales. A las afuera del pueblo, bien al corral del concejo o tras las escuelas, se preparaba el redondel con los carros de los labradores. Poco a poco tribunas y burladeros quedaban acoplados para la gran fiesta. Maletillas y mozos del pueblo eran los encargados de torear y dar suerte a los novillos destacando sobre todos ellos estaba Rafael (latas) cuya fama era notoria en toda la comarca.
El Adelanto de Salamanca se hacía eco en sus páginas de tal evento en Barbadillo.

“Fiestas de Corpus Christi
Día 4.- Solemne fiesta religiosa. Durante la misa de asistencia ocupó la cátedra sagrada el doctor Don Amador Hernández. Por la tarde la multitud se congregó ante el Santísimo para celebrar un acto eucarístico. Lleno de emoción y de fervor, recorriendo las calles en procesión.
Día 5.- Después de una solemne misa para implorar el favor del Altísimo, encargada por la Comisión de festejos, el día lo llenó totalmente la corrida. Acabada la misa, el público todo se congregó en la plaza de toros para esperar la llegada de éstos. A las doce aparecieron, rodeados de caballos, pero al llegar a la plaza retrocedieron bruscamente, demostrando los jinetes destreza y pericia para reducirlos y encerrarlos en la plaza.
Cinco de la tarde, Magnífico aspecto el del redondel. Presidían el señor alcalde don Daniel Gutiérrez, el jefe de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, camarada Lorenzo Sánchez, y demás autoridades, acompañadas de ocho señoritas con mantilla.
Empieza la corrida. Las cuadrillas estuvieron muy bien. El primer matador, Rafael Sánchez Montero “el Mago”, estuvo admirable con capa y la muleta, culminando las faenas con una estocada única que hizo rodar al bicho por el suelo. Cosechó aplausos, flores de las presidentas, oreja rabo y tres vueltas al ruedo, en hombros de los entusiastas. El novillo de don Nemesio Villarroel, bravísimo y noble, fue aplaudido y dio la vuelta, arrastrado por las mulillas.
El segundo matador. “Niño de la calle de los Huertos”, estuvo valiente, animoso, gallardo, a pesar de estar convaleciente de una lesión. A consecuencia de ello cedió la espada al gran Mariano “el Obstinao” que hizo rodar al bicho de varios pinchazos. El toro fue bravo; pero remolón y amigo de atropellar a todo el que se pusiera por delante.
El conjunto fue digno de encomio y como tal vez no se vuelva a ver en este pueblo.
Cerró el día con animados bailes y función de teatro.
Día 6.- Los catorce que componen la Comisión de festejos hicieron una fiesta de acción de gracias en honor de Sto Domingo de Guzmán, Patrón de la parroquia.
Por la tarde hubo reñido partido de pelota por seis diestros jugadores del pueblo. Acabando éste, se organizó un lucido baile y una magnífica representación teatral.
Salud, dinero y humor siga dando Dios a la Comisión para que vuelva a organizar pronto tan atrayentes y simpáticas fiestas.
Un año, salió un toro que mozo que se le ponía, mozo que se llevaba por delante. Negándose el resto a torearlo es lanceado desde la barrera. Acabó con él mi abuelo Isidro (el cata) quedando unas coplas de tal hecho que eran cantadas al son de la música del torito cariñoso de las que solo recuerdo una estrofa:

“Que no lo matan “Isidro fue el que le dio
que tienen miedo muerte traidora al novillo.
que quien lo vino a matar Si la justicia fuese contraria
fue Isidro el tabernero”. hubiese ido a presidio”

Años 40-IV