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BARBADILLO: Por regla general el primer viaje se hacía antes del...

Por regla general el primer viaje se hacía antes del alba, un segundo viaje pasaba por el pueblo cuando este había despertado. Según iba la carga, era objeto de admiración y orgullo para los que habían realizado la faena y otras veces si la carga se hacía hacia un lado, eso era motivo de chanza y desprestigio. Bajo estos carros solía colgar un cesto donde llevaban el botijo (con agua fresca) para saciar la sed y donde cabía si fuera menester el almuerzo. Llevado los carros a las eras eran descargados formando un círculo con los haces, acumulando el bálago de la manera más uniforme posible. Posteriormente se iniciaba la trilla, tanto mulas como bueyes eran dirigidos en derredor arrastrando el trillo de forma cansina hasta la hora de comer en que se le daba descanso a los animales. A medida que el trillo iba haciendo su oficio, se tornaba el bálago dándole varias pasadas hasta que quedaba suelto el grano de la paja y ésta reducida a trozos pequeños.
La mejor trilla se realizaba con mulos (son más rápidas). En los trillos también se llevaba una pala y atentos a las necesidades de los animales para que en un momento dado evitar que sus deposiciones no se mezclasen con lo que se estaba trillando.
Los trillos estaban formados por unas plataformas de madera, curvada en la parte delantera y con trozos de pedernal encajados en una de sus caras con los cuales se cortaban la paja y se separaba el grano. A las mulas mientras trillaban se les solía poner un bozal para que no se parasen a comer. El “soo” y el “arre” lo entendían todas las caballerías y cuando eso no bastaba se le arreaba un trallazo a las mulas o se picaba con la hijá a los bueyes.
Acabada la trilla, se enganchaba las mulas a la cambiza con la que se arrastraba todo el círculo hasta lograr un montón en forma de barra, lo que se llamaba “hacer la parva”.
A veces para evitar el robo de haces o grano se dormía en las eras en tenadas construidas al efecto donde se guardaban los aperos.
Las jornadas de verano eran largas bajo las inclemencias del tiempo, calor asfixiante o tormentas. Campesinos y criados adecuaban el trabajo de la jornada al capricho del tiempo, así ocurría cuando había que limpiar la parva, esperar a que soplase el viento y este no parase dejándoles con la faena a medias.
El espigar se hacía una vez que se habían llevado los haces de las tierras, había que ir temprano a recoger las cabezas de espigas que quedaban en el suelo, normalmente eran mujeres y niños los que realizaban esta labor y servía para ayuda de comida para las gallinas y si eran garbanzos, como refuerzo a la despensa de la casa pues en aquellos años de necesidad todo era bienvenido y no se andaba con miramientos al esfuerzo requerido.
La limpia se realizaba con la “brienda” o bieldo. Echando al aire y con gran paciencia y ayuda del viento se lograba separar el grano de la paja, a veces se necesitaban varias pasadas hasta que se conseguía tener una limpia de grano aceptable. Los montones de grano (muelo) se recogían mediante una media a la que se le pasaba un rasero y se metía en sacos o costales todos de pesos aproximados.

Años 50. X. Rober