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BARBADILLO: LA MODERNIZACION...

LA MODERNIZACION

En los años sesenta y sobre todo en su segunda mitad comienza a llegar a casi todos los hogares del pueblo la tele, ese aparato que poco a poco irá desplazando las tertulias familiares. También las cocinas de maleta con su bombona de butano dejarán a la lumbre sin su función ancestral en la realización de las labores culinarias. En menor cantidad lavadoras semiautomáticas, que más que lavar mareaban la ropa, y neveras para conserva de alimentos que producían gran cantidad de hielo. Esta es etapa en que la forma y medios de vida con que se cuenta en los primeros años de la década apenas tiene que ver con los años finales. Años rompedores en todos los aspectos. Se inicia una ruptura con ritmos de bailes y canciones que dejan atrás a los tradicionales pasodobles, coplas y boleros de nuestros padres, impulsados por el nuevo colorido en el vestir y la influencia externa que ahora llega a espuertas a través de las ondas de la radio y de la tele. El parque de automóviles aumenta considerablemente y comienzan a circular por toda la geografía española.
Todo se inicia con esas salidas en masa de nuestros emigrantes que religiosamente mes tras mes enviaban sus dividas aliviando las resentidas economías familiares. Muchos fueron y raro era la familia que no tenía alguno de sus miembros allende de los Pirineos.
Pero quedémonos en el pueblo tratando de dar una pincelada a esos recuerdos infantiles. A poco que nos esforcemos es fácil recordar las crecidas periódicas de la Puente Chica causando estragos en las casas cercana como en la de la Sra Damiana (los que rondamos los sesenta nos acordamos bien de ellas) dichas crecidas dejaba el pueblo dividido en dos, los que vivían entre las dos puentes debían esperar a que las aguas bajasen su caudal para acudir a los comercios o comprar el pan y no digamos si los niños querían acudir a la escuela tenían que ser pasados a la costilla de algún adulto.
Anteriormente y durante estos años se mantuvieron muchos oficios en el pueblo, como varias herrerías y carpinterías (Ventura, Ramón el Pimporea, -la de Quico que estaba cerca del comercio de la Guti y la fragua que se hallaba en la plaza ya habían dejado de ejercer- el taller del Sr. Manolo y Torano), tejares, entonces funcionaban el de mi tio Manolito y el de Agustín el de la Sagrada, aunque también conocimos los del Cano que estaban entre la fábrica de harinas y la casa del Sr. Resti justo donde hoy se inicia la carretera de circunvalación. Otro tejar se hallaba en el recinto del taller (era del tío Probare), el Sr. Domingo (el Cristino) tuvo uno junto a las escuelas, el que había en el camino de los huertos era conocido como el de bujetas. Amén de otros oficios como zapateros (Cipria, el Mudo, Nenita, Mateo) comercios (el de la plaza, el de la sra. Elvira, el del sr. Beli, el del estanco, la Guti, la Sra Anita, Sr Amaro). La frutería-pescadería de Avelino y el Sr. Angel –cacharrero- con todo tipo de ollas, pucheros, cazuelas y en Reyes JUGUETES. Bares, un montón. Se llegó a contar durante unos años con dos salones de bailes. También existía farmacia, médico, practicante, carboneros, barberos, maestros, cura, etc.. Todo ello queda reflejado en el censo que el ayuntamiento hace en el año 62 sobre profesiones de las gentes del pueblo, encabezada por la de obrero agrícola y seguida por la de agricultor y obrero industrial. Aún quedaban 44 carboneros, cinco pastores y un pordiosero que se llamaba Martín Caramanzana Carranza, afincado en nuestra vecindad. Ocasionalmente nos visitaba desde Canillas otro pedigüeño conocido por el nombre de “el Oso” y muy esporádicamente un borrachillo al que seguíamos un coro de chiquillos llamándolo “pepechurra”.
Años 60-I