Una de las veces que regreso al pueblo tras esas largas estancias en tierras catalanas me asombro al notar, mejor dicho no notar el bacheo del coche de línea una vez abandonada la carretera de Ciudad Rodrigo. Nuestra carretera había sido asfaltada.
Salamanca no entra dentro de los planes de desarrollo pero a nuestro pueblo asoman aires nuevos al pairo de los sueldos que Iberduero deja colateralmente al tomar como base la estación de ferrocarril de Barbadillo y Calzada a la que llegan por medio de kilométricos trenes los cementos que servirán a la faraónica obra de Almendra. Inmensas cubetas inflaban su panza ante la ingesta del contenido de los vagones para vomitarlo en una interminable hilera de camiones que hacía las veces de hormigas llevando el producto que sería compactado en forma de presa reteniendo las aguas del Tormes. Fueron los años del maná y dinamismo del pueblo gracias a esos sueldos que dejaron los muchos obreros que en forma de pensión, comercio y bares iban desgranando en pro y beneficio de esta nueva tierra de promisión que para ellos nos convertimos. El baile tuvo su época dorada con un lleno absoluto y para las jovencitas una gran oportunidad para romper los tradicionales lazos de enlaces entre vecinos. Una simbiosis explosiva entre foráneos y oriundos que unió muchos corazones en los obligados altares eclesiásticos dando vida a nuevos hogares de dispar procedencia.
El salón de la sra Dolores transformado en discoteca por su hijo Alberto fue el epicentro de todos los alrededores, salvo Rollán que junto a Barbadillo se disputaban ser cabeza de zona. Esta rivalidad nunca llegó a ser tan enconada como la que se daba entre pitorras (Calzada de Don Diego) y candongas (Canillas de Abajo) cuyas chicas marcaban una raya en lo que consideraban la linde de sus dominios y en caso de sobrepasarla se liaban a pedradas unas con otras. Los paseos por la carretera y el baile se convierten en el centro de relación entre las pandillas de chicos y chicas a los que había que añadir esos encuentros mas o menos casuales cuando ellas iban a buscar agua al pozo o a los caños.
El pedirle a la moza que sea tu novia llevaba todo un largo proceso. Las miradas furtivas era la señal para irse apartando del grupo y comenzar los paseos en pareja que con el paso del tiempo, si la relación prosperaba el novio iba a buscarla a casa y una vez fuera del pueblo paseaban juntos cogiditos de la mano. A partir de ahí se tenía exclusividad en el baile. Después se le acompañaba a casa con la esperanza de visitar algún rincón o portal oscuro que existiese en el trayecto para robarle unos besos o darse un achuchón pues hasta el próximo domingo había pocas posibilidades de volver a verse y la espera podía hacerse larga.
Con el maná de esta década nos llega el descenso de la mortandad en todas las edades pero también desciende la natalidad, se conoce que ya se le comenzaba a coger el tranquillo a eso de los embarazos no deseados. Nuestra esperanza de vida es de 69 años para los varones y 74 para las mujeres.
Años 60 IX.
Salamanca no entra dentro de los planes de desarrollo pero a nuestro pueblo asoman aires nuevos al pairo de los sueldos que Iberduero deja colateralmente al tomar como base la estación de ferrocarril de Barbadillo y Calzada a la que llegan por medio de kilométricos trenes los cementos que servirán a la faraónica obra de Almendra. Inmensas cubetas inflaban su panza ante la ingesta del contenido de los vagones para vomitarlo en una interminable hilera de camiones que hacía las veces de hormigas llevando el producto que sería compactado en forma de presa reteniendo las aguas del Tormes. Fueron los años del maná y dinamismo del pueblo gracias a esos sueldos que dejaron los muchos obreros que en forma de pensión, comercio y bares iban desgranando en pro y beneficio de esta nueva tierra de promisión que para ellos nos convertimos. El baile tuvo su época dorada con un lleno absoluto y para las jovencitas una gran oportunidad para romper los tradicionales lazos de enlaces entre vecinos. Una simbiosis explosiva entre foráneos y oriundos que unió muchos corazones en los obligados altares eclesiásticos dando vida a nuevos hogares de dispar procedencia.
El salón de la sra Dolores transformado en discoteca por su hijo Alberto fue el epicentro de todos los alrededores, salvo Rollán que junto a Barbadillo se disputaban ser cabeza de zona. Esta rivalidad nunca llegó a ser tan enconada como la que se daba entre pitorras (Calzada de Don Diego) y candongas (Canillas de Abajo) cuyas chicas marcaban una raya en lo que consideraban la linde de sus dominios y en caso de sobrepasarla se liaban a pedradas unas con otras. Los paseos por la carretera y el baile se convierten en el centro de relación entre las pandillas de chicos y chicas a los que había que añadir esos encuentros mas o menos casuales cuando ellas iban a buscar agua al pozo o a los caños.
El pedirle a la moza que sea tu novia llevaba todo un largo proceso. Las miradas furtivas era la señal para irse apartando del grupo y comenzar los paseos en pareja que con el paso del tiempo, si la relación prosperaba el novio iba a buscarla a casa y una vez fuera del pueblo paseaban juntos cogiditos de la mano. A partir de ahí se tenía exclusividad en el baile. Después se le acompañaba a casa con la esperanza de visitar algún rincón o portal oscuro que existiese en el trayecto para robarle unos besos o darse un achuchón pues hasta el próximo domingo había pocas posibilidades de volver a verse y la espera podía hacerse larga.
Con el maná de esta década nos llega el descenso de la mortandad en todas las edades pero también desciende la natalidad, se conoce que ya se le comenzaba a coger el tranquillo a eso de los embarazos no deseados. Nuestra esperanza de vida es de 69 años para los varones y 74 para las mujeres.
Años 60 IX.