Ayer volví al pueblo. No se que instinto o guía encaminó mis pasos hacia el campo de futbol. Un cielo azul plomizo y frío abarcaba el horizonte.
Cincuenta años después volvía a pisar la yerba de aquel campo donde unos incipientes jovenzuelos pasábamos las tardes de domingo desafiando a equipos de pueblos cercanos. Mientras, en mi cabeza, la voz argentosa y tronadora de Carlos Gardel escanciaba mis recuerdos con su eterna canción.
Volver… con la frente marchita…
Por unos momentos volvimos a juntarnos aquellos chiquillos corriendo tras la pelota, aquellos que formamos el primer equipo de fútbol, aquellos que con nuestra garra e ilusión fuimos capaces de arrancar a muchos mayores de sus partidas de tute y acercarlos a animarnos, ilusionándose con estos pequeños futbolistas. Las chicas, sobre todo las jóvenes, y, como no, algunas madres eran las que con sus gritos de ánimo hacían que nuestras fuerzas no flaqueasen y plantásemos cara a nuestros rivales hasta alcanzar, la inmensa mayoría de las veces, la victoria.
El tango de Gardel acompasaba mis pisadas recordando aquellos tiempos y me hacía recordar como un grupo de chiquillos hacía vibrar nuestro pueblo regalándonos mutuamente el compartir un tiempo juntos.
Los nombres de mis compañeros afloraron en mi memoria y todos, con nuestra camiseta a rayas, volvimos a corretear tras la pelota… Y volvieron los gritos de ánimo de una afición volcada con sus chiquillos. Una vez mas el pueblo vibró al unísono.
Abandono el campo de fútbol dejando atrás el griterío. El Ada del recuerdo hace que de nuevo vuelva a ensoñar mi mente el “Volver”…. haciéndome comprender que “veinte años” no es nada, tan solo un suspiro en el capricho de la vida.
Esta vez es Penélope Cruz la que entona la canción mientras mis pasos se acercan a la carretera. El pueblo, aletargado por el día invernizo, recogerá otros recuerdos y pronto, muy pronto, de nuevo, alguien entonará en su memoria esta preciosa canción.
Volver….
Un saludo. Rober
Cincuenta años después volvía a pisar la yerba de aquel campo donde unos incipientes jovenzuelos pasábamos las tardes de domingo desafiando a equipos de pueblos cercanos. Mientras, en mi cabeza, la voz argentosa y tronadora de Carlos Gardel escanciaba mis recuerdos con su eterna canción.
Volver… con la frente marchita…
Por unos momentos volvimos a juntarnos aquellos chiquillos corriendo tras la pelota, aquellos que formamos el primer equipo de fútbol, aquellos que con nuestra garra e ilusión fuimos capaces de arrancar a muchos mayores de sus partidas de tute y acercarlos a animarnos, ilusionándose con estos pequeños futbolistas. Las chicas, sobre todo las jóvenes, y, como no, algunas madres eran las que con sus gritos de ánimo hacían que nuestras fuerzas no flaqueasen y plantásemos cara a nuestros rivales hasta alcanzar, la inmensa mayoría de las veces, la victoria.
El tango de Gardel acompasaba mis pisadas recordando aquellos tiempos y me hacía recordar como un grupo de chiquillos hacía vibrar nuestro pueblo regalándonos mutuamente el compartir un tiempo juntos.
Los nombres de mis compañeros afloraron en mi memoria y todos, con nuestra camiseta a rayas, volvimos a corretear tras la pelota… Y volvieron los gritos de ánimo de una afición volcada con sus chiquillos. Una vez mas el pueblo vibró al unísono.
Abandono el campo de fútbol dejando atrás el griterío. El Ada del recuerdo hace que de nuevo vuelva a ensoñar mi mente el “Volver”…. haciéndome comprender que “veinte años” no es nada, tan solo un suspiro en el capricho de la vida.
Esta vez es Penélope Cruz la que entona la canción mientras mis pasos se acercan a la carretera. El pueblo, aletargado por el día invernizo, recogerá otros recuerdos y pronto, muy pronto, de nuevo, alguien entonará en su memoria esta preciosa canción.
Volver….
Un saludo. Rober