En el 89 al Gobierno le estalla el problema de los GAL, pero nosotros, nuestro pueblo depende de algo más cercano, depende de las cosechas y del empuje económico de la ciudad. Los obreros van alternando temporadas de trabajo y paro sin que éste sea concepto de vagancia. El cobro del paro obrero va calando en una sociedad cuyos hombres comenzaron a ser útiles a edades muy tempranas, muchos de ellos con poca formación al dejar la escuela antes de la edad reglamentaria.
Para los jóvenes llegan aires del caribe con la lambada, convirtiéndose en baile de moda veraniego. A su ritmo se celebran las quintas elecciones generales que vuelve a ganar el partido socialista con 176 diputados.
Dolores Uribarri, símbolo de la lucha de clases, abandona esta vida de muerte natural. Y en Navidades los objetores de conciencia nacidos antes del 31 de diciembre del 68 pasan a la reserva. Es decir que ya no tienen que hacer el servicio militar sustitutorio. Ese chollo se inició unos años después de la transición, antes la mili era obligatoria salvo padecer defecto físico o psíquico apreciado por el médico de turno.
Finalizados los ochenta ya nos considerábamos europeos. La forma de vida era más licenciosa y aquella rigidez moral se dejaba a un lado ante la llegada de la vida nocturna que comenzaba a prolongarse toda o casi toda la noche.
El paso de los espectáculos eróticos al porno llegado en cintas BETA y VHS fue un salto cualitativo que potenció la venta de videos e introdujo en los hogares unos invitados anónimos que rompieron tabúes y ceguera sexual. Con ellos y un sinfín de acontecimientos sociales dejamos una época de luces y sombras que fue la base para una prolongada bonanza económica y un grato recuerdo en la faceta musical con las óperas Evita (Paloma San Basilio) y Jesucristo Super Star (Camilo Sesto).
Los ochenta fueron un cambio íntegro que afectó a toda la sociedad española. Los veranos en las playas suplieron a aquellos tediosos y polvorientos gracias a la maquinaria. La mecanización se extendió a todas las ramas de la vida laboral y el paro, esa forma ociosa de pasar los días, acabó calando dentro de una mentalidad obrera que no concebía el sueldo si no era con el esfuerzo de sus brazos o su mente.
Las aulas se masificaron de estudiantes y aquella frase de los setenta (estudias o trabajas) que utilizábamos para ligar quedó obsoleta. Ropas, colorido, higiene, la llegada de más y mejor sanidad, el pavimentado de los pueblos, los mayores adelantos en medios de comunicación. Exposiciones, cultura y más cultura cambió nuestra perspectiva ante la vida. Ésta merecía la pena disfrutarla. El valle de lágrimas queda atrás y las iglesias comienzan a despoblarse, los jóvenes cambian las misas por las discotecas sin temor ni rubor alguno. Un nuevo caminar, para bien o para mal, había comenzado.
Años 80. XIII.
Para los jóvenes llegan aires del caribe con la lambada, convirtiéndose en baile de moda veraniego. A su ritmo se celebran las quintas elecciones generales que vuelve a ganar el partido socialista con 176 diputados.
Dolores Uribarri, símbolo de la lucha de clases, abandona esta vida de muerte natural. Y en Navidades los objetores de conciencia nacidos antes del 31 de diciembre del 68 pasan a la reserva. Es decir que ya no tienen que hacer el servicio militar sustitutorio. Ese chollo se inició unos años después de la transición, antes la mili era obligatoria salvo padecer defecto físico o psíquico apreciado por el médico de turno.
Finalizados los ochenta ya nos considerábamos europeos. La forma de vida era más licenciosa y aquella rigidez moral se dejaba a un lado ante la llegada de la vida nocturna que comenzaba a prolongarse toda o casi toda la noche.
El paso de los espectáculos eróticos al porno llegado en cintas BETA y VHS fue un salto cualitativo que potenció la venta de videos e introdujo en los hogares unos invitados anónimos que rompieron tabúes y ceguera sexual. Con ellos y un sinfín de acontecimientos sociales dejamos una época de luces y sombras que fue la base para una prolongada bonanza económica y un grato recuerdo en la faceta musical con las óperas Evita (Paloma San Basilio) y Jesucristo Super Star (Camilo Sesto).
Los ochenta fueron un cambio íntegro que afectó a toda la sociedad española. Los veranos en las playas suplieron a aquellos tediosos y polvorientos gracias a la maquinaria. La mecanización se extendió a todas las ramas de la vida laboral y el paro, esa forma ociosa de pasar los días, acabó calando dentro de una mentalidad obrera que no concebía el sueldo si no era con el esfuerzo de sus brazos o su mente.
Las aulas se masificaron de estudiantes y aquella frase de los setenta (estudias o trabajas) que utilizábamos para ligar quedó obsoleta. Ropas, colorido, higiene, la llegada de más y mejor sanidad, el pavimentado de los pueblos, los mayores adelantos en medios de comunicación. Exposiciones, cultura y más cultura cambió nuestra perspectiva ante la vida. Ésta merecía la pena disfrutarla. El valle de lágrimas queda atrás y las iglesias comienzan a despoblarse, los jóvenes cambian las misas por las discotecas sin temor ni rubor alguno. Un nuevo caminar, para bien o para mal, había comenzado.
Años 80. XIII.