Los primeros indicios que nos hablan de la presencia humana en la zona, son determinados restos arqueológicos de uso humano como raspadores, lascas, hachas de mano, flechas, azuelas,
molinos, molenderas, etc. descubiertos y localizados en la década de los años sesenta del siglo XX. Fueron encontrados en tres puntos distintos, localizados a una distancia como de un km del actual núcleo urbano y, según estudios realizados por personas entendidas y capacitadas, profesores de la Universidad de
Salamanca, pudieran datar de hace unos 9.000 años. Se correponderían con el final del Paleolítico, de la transición al Neolítico y primer tramo de la Edad del Bronce.
Fernando II de
León, dentro de su política sobre la repoblación del desierto del Duero, acordó crear el Señorío de
Barruecopardo en 1157, para Armengol VII, Conde de Urgel, su mayordomo y cuñado de Alfonso II de
Aragón. Dado que Armengol VII se casó con Dulcin de fox, hija de Roger II de Fox en 1157, es probable que la concesión del Señorío fuera el regalo de
bodas del rey. Barruecopardo dependía de los alcaldes de Ledesma.
La zona de Arribes del Duero fue fortificada antes del tratado de Alcañices (1297): hubo
castillos y fortalezas en
Vilvestre, Barruecopardo (anterior a 1212),
Mieza, Aldeadávila (se conserva la mayor parte de la
torre del
Homenaje, aunque recrecida),
Masueco y Pereña, en algunos casos reutilizadas parte de ellos en las
iglesias parroquiales. Parte de ellos pasaron posteriormente al infantado de don Pedro de Molina.
La existencia de un
castillo en Barruecopardo está reflejada en un documento del siglo XIII, en el que consta que lo tenía en su poder el caballero Nuño Mateo de
Ávila
Se sabe que en 1644 fue saqueado por tropas portuguesas, la zona carecía de defensas (excepto la que ofrece el
río Duero y más al sur,
San Felices de los Gallegos y Ciudad Rodrigo) y era el
campo de batalla de las ambiciones territoriales de españoles y portugueses.
El castillo de Barruecopardo, por los restos que quedan, no debió de ser un castillo clásico con muros y
torreones, sino un castillo roquero compuesto por peñascos comunicados por
pasadizos y
cuevas mediante escalones abiertos en las mismas cuevas que aún se conservan.
Este castillo aún conserva su atalaya y unos paredones que posiblemente sirvieron de muro defensivo.
Por la ubicación que tiene es lógico que en este lugar existiera un castillo por encontrarse en la parte más alta del
pueblo y poder llegar a ver desde allí el castillo de Vilvestre, los saltos de
Saucelle y el panorama de varios kilómetros a la redonda, sirviendo esto de gran ayuda en las luchas contra
Portugal.
Se cree que quizás las piezas de cantería con las que pudo estar construido parte de este castillo fueran utilizadas para la construcción de las
casas del pueblo así como para la reedificación hace un par de siglos.
Este enclave en la actualidad con un
merendero con
barbacoa,
fuente de
agua, mesas, para poder disfrutar más aún de la belleza de este
paisaje.