Estas llaves, de alguna forma, vienen a recordar las que los judíos bejaranos se llevaron consigo al exilio tras las expulsión que ejecutaron los Reyes Católico. Las llaves correspondían a las viviendas de su propiedad y se las llevaron con la esperanza que pronto regresarías a sus casas y volverían a habitarlas. La historia nos ha demostrado que el regreso fue imposible para aquellos que perseveraron en las creencias religiosas de sus antepasados; marcharon lejos, muchos morirían en el camino y, muy probablemente, otros tantos desaparecieron en persecuciones contra su pueblo y creencias en los lugares de acogida, ya que como es conocido, no fue un hecho aislado en la historia del pueblo judío lo ocurrido en tiempos de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón; se dio en todos los reinos cristianos y no; y los expulsados de los reinos de su majestad católica y que fueron a parar a Portugal, en 1506 sufrieron una masacre iniciada en la iglesia lisboeta de Santo Domingo (PP Dominicos) que llevó a la muerte, solo en la capital, a más de 4.000 judíos.