Miguel Ruano, muy conocido por su buen hacer como párroco de la
Iglesia de Fátima de
Salamanca, es natural de
Berganciano,
pueblo del que no se ha olvidado nunca y al que todos sus paisanos están muy agradecidos. Este año ha celebrado sus
bodas de oro sacerdotales y una vez más lo ha querido hacer también con todos los vecinos de Berganciano por ese motivo los invitó a una solemne misa y después también a compartir mesa con él. Tuvo una nuevo gesto de acordarse de todos y no admitió regalos indicando que toda la colecta de la misa iría a Cáritas Salamanca con objeto de que también los más desfavorecidos participaran de su
fiesta.