BUENAMADRE: La provincia de Salamanca es muy generosa en ellos...

La provincia de Salamanca es muy generosa en ellos (aunque desgraciadamente a casi todos la gente los tiene en el limbo), pues en cualquier punto se pueden descubrir auténticas reliquias.

Una de ellas la constituyen unas aguas termales que existen en Buenamadre, en un paraje conocido como ‘Los Baños’, donde hay un pequeño estanque, de aguas medicinales, que el personal de la zona conoce como la poza, el mismo que recibe bañistas todo el año, bien sea verano (donde hay una plaga de emigrantes que lo dejan hecho todo un ‘cristo’) o el invierno, donde incluso en los días más crudos no faltan valientes para disfrutar de un baño termal que recupera a un muerto, espabila la resaca más espantosa y deja a uno relajado para todo el día.

Los aledaños de la poza están bañados por un río tan charro como el Huebra, que discurre entre peñas y encinas, donde en su cauce se suceden pequeños meandros, todo en medio de una zona de mucha paz, dentro de un paisaje tan característico del Campo Charro que parece una postal y tiene su momento culmen a la caída de la tarde, en pleno crepúsculo, ya entre dos luces. Entonces, la poza se convierte en un lugar idílico.

Precisamente, hasta hace pocos años, aquella zona era generosa en la pesca, pero después, la inteligencia de los técnicos de Medio Ambiente se cargó la historia, al introducir en esas aguas especies agresivas, las mismas que han acabado con las sardas, las bogas, los barbos o las tencas que se criaban en el río y causaban la delicia de los pescadores. Con la casi desaparición de la pesca también acabó la leyenda del ‘sargento de la gomina’, el pintoresco y famoso jefe del Seprona de Vitigudino, quien conocía la zona como la palma de su mano y tenía controlados a todos los furtivos que ‘operaban’ en esas aguas.

Pero a pesar de tantos destrozos ambientales (muchos a cargo de quien debe velar por el orden de la Naturaleza), la poza continúa siendo el rincón más bello de la comarca, justo donde el río serpentea entre campos de encinas que rodean tesos y montalvos. En el mismo lugar donde la paz estival es amenizada, plácidamente, por el canto del cuco.

La poza está al lado del río y sus aguas siempre mantienen la misma temperatura, además de unas propiedades terapéuticas que desde siempre gozan de gran estima por las gentes de la comarca. Pues no falta quien acude durante todo el año.

Se trata de una curiosa balsa excavada entre las peñas graníticas que continuamente renueva el agua y todo ello está dentro de un cuarto con paredes de piedra que levantaron las gentes de Buenamadre. Paredes que si hablaran se podría escribir un libro que escandalizaría a la zona, pues en su interior –cuando llega la calentura– se han consumado muchos líos de faldas. Y desde siempre era el lugar donde en la madrugadas de verano se remataban la mayoría de las faenas iniciadas horas antes en los discotecas del contorno.

Vamos, que para no andar con enredos, la poza es el mejor ‘picadero’ del Campo Charro y el escenario donde miles de gemidos se perdieron en la oscuridad de la noche.