El Príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos, Príncipe de
Asturias y, por lo tanto heredero de las coronas de sus padres, fue señor de la ciudad de
Salamanca donde falleció sin descendencia y sin llegar a heredar. En su tiempo y por su decisión se acometió el empedrado de la
calle de la Rúa Antigua para acabar con los barros de los días de
lluvia y con el polvo del tiempo estival; siguiendo su ejemplo, en lo sucesivo fueron otras las
calles que se empedrarían.