Dios ha puesto el placer tan cerca de la fiestas que muchas veces se llora de alegría por no poder estar en todas a la vez.
De la espuma a la caldereta, de la verbena a la churreria, media vuelta en la cama y otra vez a la fiesta.
La alegría más grande es la inesperada.
El destino acerca a las personas afines.
Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías de ver como crecen en todo.