Hacia el oeste de Calzada, una
carretera local va al encuentro de
Forfoleda,
Torresmenudas y otros
pueblos ribereños del citado Cañedo, que ahonda su curso entre dehesas en busca de la no lejana Ledesma. Hacia el este, en cambio, otra carretera se adentra en el corazón, dorado de espigas, de la "calva Armuña" (Unamuno).
La denominación tradicional de las
vías romanas ha sido calzada y nuestro municipio no es excepción: por Calzada
Valdunciel discurría el Iter ab Emerita Asturicam, más conocido como
Vía de la Plata. Este importante eje estructurador ponía en conexión Mérida con Astorga y su entorno minero. Cerca de la actual
Zamora un ramal se dirigía a
Zaragoza.
Calzada conserva un
monumento funerario
romano, el pretil de la llamada
Fuente Buena, en la salida hacia Valdunciel. Se trata de una estela de granito con un interesante motivo tallado: una figura femenina yacente de medio cuerpo, con la mano derecha descansando bajo el pecho y la otra asida a un recipiente para libaciones, tal vez de hidromiel. Los extremos del epígrafe y del remate superior están cortados, probablemente para adaptar la estela a su función de brocal. Parece tratarse una estela bajoimperial, fechable entre el siglo II y el IV, y que tal vez sea indicio de la presencia en las proximidades de la vía de algún
caserío romano o villa, o incluso de un pequeño núcleo rural ligado al
camino. En cuanto a la fuente, pertenece a un tipo constructivo que debió de ser común desde la Edad Media, de sillares y
bóveda, como las que perduran en las vecinas localidades de Naharros y Valdelosa.
La antigua calzada cruza el
pueblo por la mitad, coincidiendo, en gran parte, su recorrido con el de la
calle de
Santa Elena, en cuyo extremo del sur pervive el topónimo de la
Cruz de Santiago, que hace referencia a una
ermita antigua y tal vez alude al uso
medieval de este trazado para la famosa peregrinación compostelana. Atravesada la
plaza cerca del
frontón, la vía discurre por la antes llamada calle o calzada de Zamora (actualmente rebautizada Ruta de la Plata), dejando atrás las
casas del pueblo al pie del arroyo de la Vega. Allí pueden apreciarse vestigios posiblemente vinculados a la vía
romana.
En efecto, cerca del camino, una hilera de grandes
piedras (pontones) servían de pasadera peatonal para el citado arroyo. Algunas de ellas, de robusta forma cilíndrica, han sido identificadas como fragmentos (sin epigrafía) de miliarios, es decir, marcadores de distancia del antiguo trazado romano. Roldán Hervás, que estudió detenidamente los pontones, apunta otras posibilidades, aunque la hipótesis romana parece verosímil, dado el parecido entre estos restos y los miliarios completos que se han encontrado en la provincia de
Salamanca acompañando a la misma vía.
Otras de las piedras pueden provenir de edificaciones
medievales, tal vez de
ermitas próximas ya derruidas. Una de éstas conserva un nicho rectangular sin inscripción. Desde aquí, el camino avanza decididamente hacia el norte, franqueando una loma a través de un tajo artificial que, aunque profundizado posteriormente, debió de ser excavado en su inicio por los autores de la obra romana.
La
iglesia parroquial, bajo la advocación de Santa Elena, corresponde en su conjunto al siglo XVI. Es de nave única, con armadura simple de madera a dos
aguas sobre grandes
arcos transversales,
retablo del XVIII en la
tradición de Churriguera, y tribuna a los pies sobre arcos rebajados y
columnas itálicas. La
portada principal en el flanco sur, y la
ventana de la
capilla mayor, fueron rehechas hacia 1720.
Se conservan interesantes restos de lo que debió de ser la anterior iglesia, que como las vecinas parroquiales de Forfoleda y Torresmenudas, sería
románica del siglo XII o XIII. En el exterior se observa un resto de muro en el flanco norte y acceso a la sacristía, así como unos grandes canes con figura humana que se asoman, como pétreos campaneros, al cuerpo alto de la
torre. En el interior persisten dos columnas bajo la tribuna, con
capiteles románicos de hojas, de simple y hermosa labra.
Empotrada en uno de los arcos de la nave, se conserva asimismo una
escultura de estilo
gótico, probablemente del siglo XIII, que representa a un rey, con una cruz y globo en las manos. La figura aparece enmarcada en un doselete compuesto por un
arco ojival sobre columnas coronado por torrecillas. Probablemente, la escultura fue trasladada de la iglesia antigua al realizarse la nueva obra en el siglo XIV.
Es de destacar asimismo la imagen del
Cristo de la Piedad, de gran devoción en Calzada, crucifijo de datación dudosa, probablemente del siglo XV-XVI, de tamaño natural.
Un recorrido por el pueblo ofrece otros atractivos. El urbanismo es espacioso y equilibrado, con dos grandes
plazas, El Corrillo y la Plaza de la Constitución. Diseminados por el pueblo, perduran notables ejemplares de
arquitectura popular, en los que se puede admirar la diversidad de soluciones tipológicas y constructivas en las casas de
labranza: sillar, mampostería, tapia, adobe y ladrillo componen los exteriores, animados por portalillos y poyetes para las veladas y tertulias que aún ajetrean los anocheceres de
verano.
Albergue del Peregrino.
El
Ayuntamiento ha restaurado recientemente una edificación antigua, aneja al
Corral de Concejo, con el propósito de ofrecer un
refugio a caminantes y peregrinos que sigan esta antigua ruta, romana y medieval, de la Plata.
Calzada de Valdunciel, pueblo hospitalario, recibe con fraternidad a los viajeros y pone a su disposición un creciente esfuerzo por revalorizar su entorno histórico y natural.