Los ignorantes pintamonas hacen de las suyas por todas partes sin que nadie les ponga coto. Es una verguenza que los energúmenos sigan manchando
fachadas públicas y privadas; lo más penoso: no respetan
monumentos. Una prueba de ello es eta
foto de una infraestructura milenaria casi dos veces en la que algún descerebrado ha venido a dejar su impronta de cretino.