Hay, pues, dos maneras de comprender una experiencia. La primera es compararla con los recuerdos de otras experiencias.
La segunda es tener conciencia de ella tal como es, como cuando, en la intensidad de la alegría, nos olvidamos del pasado y el futuro, dejamos que el presente lo sea todo y ni siquiera nos detenemos a pensar: "Soy feliz".
La segunda es tener conciencia de ella tal como es, como cuando, en la intensidad de la alegría, nos olvidamos del pasado y el futuro, dejamos que el presente lo sea todo y ni siquiera nos detenemos a pensar: "Soy feliz".
Sólo en las misteriosas ecuaciones del amor se puede encontrar la lógica.