En esta
casa vivieron dos
familias de muchos hijos no se si trece. Una de ellas tenía varias hijas muy guapas, por cierto. En esos tiempos iba vendiendo por los
pueblos y también por esa casa un señor con un
carro y un mulo, era de otro
pueblo. Cuando llegaba el vendedor salían las mozas, en cuestión, y el señor perdía el "sentío". Unas lo entretenían y las otras por el otro lado del carro le comían el chocolate.