Destaca el
retablo barroco que, ensamblado por un artista placentino, acoge las tallas barrocas de
San Pedro, San Pablo y San Blas y en la
hornacina central la excepcional
Virgen con el Niño de alabastro policromado —tallada en la última década del s. XV— que presidió en su origen el retablo mayor de la
catedral, hoy en gran parte, como ya hemos indicado, en el
Museo de Tucson.